dimarts, 14 de maig del 2013

NI FIESTA, NI SIESTA, artículo en El MonoPolítico


Hoy estreno colaboración con el digital "El MonoPolítico". Espero que os guste  
 
 
NI FIESTA, NI SIESTA,  Saïd el Kadaoui, 13 de mayo de 2013

Leo en El Periódico de Catalunya que el fenómeno de la emigración a Alemania ha llegado al ámbito universitario. Parece ser que la facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona y la de la Universidad de Goethe de Frankfurt am Main están realizando una investigación con el objetivo de conocer las características de las personas que tienen pensado trasladarse a Alemania. Y me digo que, sean como sean estas personas -seguramente buena parte de ellas serán fuertes, emprendedoras, algunas con una muy buena formación y otras con una muy buena predisposición al trabajo, otras con una cosa y la otra-, todas ellas experimentarán de una manera u otra los avatares psicológicos que implica toda migración. Ante un cambio de estas características, toda nuestra personalidad necesita reorganizarse, digerir los cambios, las distancia, la añoranza, la ilusión por lo nuevo, el choque entre las expectativas con las que uno parte y la realidad del día a día, la regresión psicológica que se vive al querer amoldarse a un entorno que no nos es conocido, y un largo etcétera.
       Esta crisis que está empujando – expulsando más bien- fuera del país a muchos españoles también ha favorecido la consolidación del estereotipo español vago en Alemania. Ya se sabe, España es el país de la fiesta y de la siesta. Mucho me temo que ésta es la lente con la que una parte de la sociedad alemana mirará a estos nuevos emigrantes. La relación asimétrica del ciudadano proveniente de un país pobre y la del ciudadano que lo recibe puede ser muy dolorosa. No es un tema menor este. La persona que se va -especialmente sus hijos: aquellos que ya nacerán en el nuevo país o los que partan con sus padres a edades muy tempranas- se siente frecuentemente obligada a explicar (explicarse también) su origen. Algunos lidiarán e intentarán demostrar que España es mucho más que fiesta y siesta y otros se identificarán con el estereotipo y alabarán las bondades de la holgazanería de la vida del sur, la alegría  mediterránea que lo inunda todo a pesar de no tenerlo todo como “nosotros”. Nosotros/ellos. Inmigrantes/autóctonos. Inclusión/exclusión. De aquí a unos años será interesante estudiar el proceso de aculturación -el proceso por el cual las personas se hacen a la(s) cultura(s) del nuevo país- y sus correspondientes repercusiones psicológicas.
        De momento, lo que sí se puede decir sin ninguna duda es que es muy triste ser ciudadano de un país que te echa.
        P.D: Mientras paseaba por la calle cavilando sobre la posibilidad de escribir este artículo presencio una discusión: un hombre, negro, se cruza a toda prisa con otro, blanco, en la calle y sus hombros se rozan con una cierta violencia. El primer hombre hace una señal con la mano como pidiendo disculpas, pero no se detiene. El hombre embestido le grita: “¡Será que no había más espacio para pasar! ¡Aprende a mirar por  dónde vas o te regresas a tu país!”. En mi fuero me digo que ojalá los nuevos emigrantes no sufran este tipo de experiencias que tanto pueden minar el estado de ánimo y que dificultan tanto  el sentimiento de pertenencia al nuevo país.

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