dimecres, 30 de gener del 2013

PSC, PENSAMENT ÚNIC I SUCURSALISME, publico aquest article a El Diario.es-Catalunya Plural.

Saïd El Kadaoui - Psicòleg i escriptor

No descobreixo res de nou en afirmar que el PSC (Partit dels Socialistes de Catalunya) està immers en una de les seves pitjors crisis. El risc de que es converteixi en un partit marginal a Catalunya és més que evident. De fet, en les darreres eleccions, ha reduït a menys de la meitat el número de diputats que va obtenir l’any 2003, any de la investidura com a president de la Generalitat de Pasqual Maragall, llavors president del PSC.
Vist aquest panorama, em semblen més lògiques la dissidència i la discrepància, el puny a la taula inclús, que el recolzament a un líder, en Pere Navarro, que a la vegada que reclama unió, margina un sector important del partit amagant-se darrera el respecte per la democràcia interna del partit.
Sense ànims d’incórrer en simplismes i reduccionismes demagògics, em sembla que precisament en aquest moment històric que estem vivint, on dia sí, dia també, els menys demòcrates s’han erigit en els grans defensors de la democràcia per intentar no canviar res, i caricaturitzen, desprecien i infantilitzen els moviments socials de dissidència -com per exemple el 15M-; on els que en el seu moment criticaven la constitució avui l’exhibeixen com la major de les conquestes de l’Estat espanyol i la utilitzen per no canviar res; és a dir, en aquest precís moment on s’està evidenciant l’ús pervers que alguns han fet i estan fent de la democràcia, parlar de democràcia interna d’un partit per imposar un pensament unívoc, reduint el partit a una mínima part de sí mateix,  és decebedor. El moment convida més aviat a canviar el model del partits búnquers, on es prima més la fidelitat a l’aparell i al líder que a les idees pròpies. A triar líders que entenguin que la seva funció no és la d’imposar un model jeràrquic sino la d’integrar totes les veus.
A mi em sembla que si el PSC vol tornar a ser alternativa del govern a Catalunya, ha d’incloure, mimar inclús, a molta de la gent que avui margina, la majoria dels quals molt pròxims a les idees que en el seu moment va defensar el president Maragall: grup propi per al PSC, concentració de l’esquerra catalana i afavorir la participació ciutadana i la transparència de les institucions. Pel que fa a la revisió federalista de la constitució que tant va defensar el president Maragall, avui dia i vistes les reticències tan enormes que es va trobar en el PSOE quan era el moment de fer-la, ha d’incloure sense cap complex el dret a decidir i, per tant, la consulta al ciutadans de Catalunya. De fet, que jo sàpiga (i en sé molt poc però em permeto ser un tant ingenu) el federalisme és la federació de diferents pobles que lliurement decideixen federar-se. És a dir, la federació entre pobles sobirans.
Si pel contrari, el que es vol és ser una sucursal del PSOE a Catalunya, quedant reduït a una mínima part de sí mateix i conformant-se amb resultats similars als que obté el PP a Catalunya, doncs endavant que el camí està més que ben traçat.
 Llegir a El Diario.es-Catalunya Plural

dissabte, 26 de gener del 2013

ARTÍCULO EN FRANCÉS SOBRE LAILA KARROUCH, N. EL HACHMI I SAÏD EL KADAOUI

El número 11 de la revista en francés, Expressions Maghrébines la profesora de la Universitat d'Alacant, Josefina Bueno, publica un extenso artículo sobre Laila Karrouch, Najat El Hachmi y Saïd el Kadaoui, escritores en lengua catalana (y castellana) nacidos en Nador, pero crecidos y residentes en Catalunya.    
 Adjunto como imagen las últimas páginas (que pinchando en ellas se amplían) y se puede leer completo en este link (pincha aquí) ,

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dilluns, 14 de gener del 2013

RECOMIENDO "DEL GANGES AL MEDITERRÁNEO" de R. Argullol y Vidya Nivas Mishra


Libro recomendado: "Del Ganges al Mediterráneo"de Rafael Argullol y Vidya Nivas Mishra. (Biblioteca de ensayo Siruela).



 Cita: "un buen territorio de encuentro es el territorio de lo estético (...). El ámbito de lo estético siempre es lo suficientemente flexible para posibilitar el contacto entre perspectivas intelectuales distintas" (Rafael Argullol)

Un dios póstumo 

Chantal Maillard, El País, 29 de marzo de 2004 (pincha aquí para ir a El País) 


Es hermoso pensar en un Dios que no fuese en un principio, sino que apareciese cumplido al final de los tiempos como el efecto último de un proceso en el que todos participamos. Borges dijo alguna vez que el dios en el que él podría creer sería aquél que estuviese creándose a través del proceso cósmico o de nuestros destinos personales. "Dios es probablemente algo hacia lo cual tiende el universo", decía, "una canalización evolutiva hacia la perfectibilidad". Ese dios póstumo es el que Rafael Argullol estaría dispuesto a admitir: no un dios creador, sino "un oyente divino que transforma nuestras disonancias en armonía". La armonía es un concepto que responde al deseo de todo huérfano de sentirse, al fin, cobijado, pero cuando entrevemos que el cobijo no está dado de antemano sino que hemos de procurarlo entre todos, entendemos también que la armonía (o el Dios) no ha de darse a priori, sino que es el nombre que le damos a la posibilidad apenas supuesta, apenas anhelada, de que, al final de los tiempos (cósmico e individual), se dé la curvatura de todas las disonancias, se unifiquen todos los fragmentos en una única pieza. Mientras tanto, sólo cabe hablar de universo como de un cúmulo de fragmentos esparcidos según la ley que les otorga su propio peso y medida, y así, también, la existencia de cada cual, que siempre es mucho más que lo que puede ser novelado (la novela: otra forma de sistema). El que ejerce de filósofo es, al rato, alguien que contempla, sueña, bebe, camina por una calle; en su experiencia se entrelazan los actos físicos con los actos mentales, las deducciones con los recuerdos, la sensación de un guijarro entre los dedos con una conclusión, el temor de perder el avión con el reconocimiento de un idioma que creíamos haber olvidado. Fragmentos. Una existencia es un tejido que se confecciona con retales propios y ajenos.
Considero un ejercicio de honestidad la escritura que da cuenta de los fragmentos de que se compone el pensamiento. Escritura transversal quiere ser la de Rafael Argullol, una escritura que persiste en la oblicuidad y cuyos fragmentos se ofrecen, en esta segunda entrega de su "cuaderno de travesía", primando la espacialidad sobre la temporalidad, como red de instantes entretejidos. El proceso discursivo sostenido (al igual que el desarrollo sostenido) siempre atenta contra la gravedad, aquella ley que, pese a todo esfuerzo, devuelve siempre, finalmente, las cosas a lo que tienden a ser por naturaleza. Por ello, y porque la lucidez siempre se da a destellos, esos instantes son más "verdaderos" que cualquier sistema.
Desde ahí, desde esta ocupación en lo fragmentario es desde donde ha de entenderse la decisión de Rafael Argullol de emprender un diálogo con la cultura india. Dialogar, por mucho que nos pese a los europeos (que hemos considerado el diálogo como parte integrante de nuestra herencia filosófica), no es cosa fácil. Y de mal ejemplo nos sirve la dialéctica platónica a la hora de entablar un diálogo intercultural, pues en el diálogo platónico el que habla no "se arma" (para utilizar la terminología de Argullol) del otro después de haberse desarmado de sí mismo sino que, por el contrario, se adiestra en desarmar al otro para convertirlo a lo propio. El diálogo platónico es un monólogo encubierto; las preguntas no son sino la estrategia retórica que promueve el discurso que siempre es unidireccional y fundamentalmente desigual: uno es el que enseña; otro, el que asiente. Y ésta ha sido, desde sus albores, la historia del pensamiento de Occidente: la crónica de sucesivos monólogos sistemáticos. Dialogar es otra cosa, y esto lo entienden muy bien los interlocutores de este diálogo entre dos orillas, la del Ganges y la del Mediterráneo. Desde la autocrítica (el europeo), como desde la calmada evidencia (el indio), ambos pensadores, auspiciados por la excelente mediación de Òscar Pujol, tratan de hallar un punto de encuentro distinto y anterior al mito ahora ya desgraciadamente compartido del progreso. Para ello, establecen ante todo las pautas. Establecer las pautas del diálogo ya es entablar el diálogo, pues las diferencias se encuentran siempre en un eje que atraviesa, por ambas partes, los órdenes que se confrontan. Por ello, quien dice diferencia dice posibilidad de entendimiento. Luego viene el desarme, y el valor de los interlocutores que se proponen no tanto como embajadores sino como representantes de sus respectivas culturas.
Nada más alejado, aparentemente, del discurso posmoderno, que el carácter omniabarcante de los sistemas indios. Nada más próximo, en realidad. Si el pensador europeo pone actualmente en tela de juicio el concepto de individualidad, para el indio siempre ha sido éste un concepto de difícil comprensión. Más aún lo es el antropocentrismo: en ninguna de las lenguas de la India existe un término con el que pueda traducirse la palabra "centro", la que se utiliza es un préstamo griego. No hay centro, sino puntos; el ser humano es un punto en la compleja trama de un universo vibrante y ningún punto se concibe independiente de los otros; todos están interrelacionados, vibrando, formando red. Un modelo, el organigrama indio, que se anticipó en mucho a las más actuales teorías de la física y la psicología de Occidente.
Del Ganges al Mediterráneo es una propuesta valiosa que sitúa, en el terreno estético, ético y metafísico, el juego de las interpretaciones, y nos hace reflexionar acerca de esa soledad de la que mal nos defendemos, los europeos. "Nosotros empezamos en la soledad", dice Mishra, "pero no queremos permanecer solos... Éste es el motivo por el que hemos tenido la paciencia de escuchar a Occidente y de entender su propia cultura, y esperamos que el occidental también nos entienda a nosotros desde nuestro propio punto de vista". ¿Será esto posible? La iniciativa del que este libro es un resultado podría inducirnos a ser optimistas.


Del Ganges al Mediterráneo. Un diálogo entre las culturas de India y Europa. Rafael Argullol y Vidya Nivas Mishra. Edición de Òscar Pujol Riembau. Siruela, Madrid, 2004. 190 páginas. 18,50 euros. El puente de fuego. Cuaderno de travesía, 1996-2002. Rafael Argullol. Destino, Barcelona, 2004. 149 páginas. 18 euros.

 OTROS LIBROS RECOMENDADOS:
"Amor a la carta" de Xavier Rius 
LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO, DE VARGAS LLOSA
"X" DE PERCIVAL EVERETT
EL MAL ÁRABE, DE MONCEF MARZOUKI    

Goethe y Schiller, historia de una amistad 

 

dissabte, 12 de gener del 2013

RECOMIENDO EL ARTÍCULO "LA DESMEMORIA" DE JORDI SOLER

Recomiendo este articulo de Jordi Soler publicado hoy en El País. Una interesante y necesaria reflexión:

La desmemoria

Cuando los españoles se han enriquecido se han olvidado de que en muchas épocas han pertenecido y ahora vuelven a pertenecer a un país de emigración que ha aportado mucho a las sociedades de acogida.

Jordi Soler, 12 de enero de 2012 EL PAÍS, Opinión 

Hace unos cuantos años, muy pocos, el principal miedo de los españoles, dentro de una lista de opciones atroces que incluía, por ejemplo, el terrorismo y el paro, era el miedo al inmigrante.

Era el miedo sintomático de un país rico que veía a los inmigrantes como una amenaza, como una turba de gente necesitada que quería aprovecharse de su riqueza, de sus plazas de trabajo y de sus servicios sociales.
Pero ese miedo al inmigrante, a la gente que tiene que salir de su país para instalarse en otro que le ofrezca mejores oportunidades, era también el miedo de un país desmemoriado, cuya bonanza económica lo había hecho perder de vista uno de sus fundamentos, que es precisamente esa multitud de españoles que, a lo largo de los siglos, exactamente igual que los inmigrantes que vienen aquí, han ido emigrando de este país para instalarse en otro que les ofrezca una vida mejor.
Los emigrantes españoles, desde el primer conquistador hasta el último gachupín, primero a la fuerza y luego en sociedad con los habitantes de aquellas tierras, fueron conformando ese territorio enorme, rico y fecundo que es Latinoamérica. España puso ahí su lengua, su religión y una forma particular, y única, de encarar la vida que se sigue conservando hasta hoy.
Gracias a sus emigrantes, España creció y se multiplicó en aquel continente, y hoy su lengua, el español, tiene una importancia capital en el mundo y una capacidad de expansión, y una influencia, que la hacen cada día más importante. Si no fuera por los países latinoamericanos, España, y el español, tendrían hoy la relevancia mundial que tienen Polonia, y el polaco.
El ensayista mexicano Alfonso Reyes, que fue, entre otros destinos diplomáticos, embajador de México en España, decía, refiriéndose a la evidente e insoslayable relación que hay entre los dos países, que quien no conoce México no conoce bien España, y viceversa.

Una nueva oleada de emigrantes, huyendo de la crisis económica, parte para México
Se refería a la forma en que España, durante quinientos años ha ido diseminándose y creciendo del otro lado del mar, sin dejar de ser ella misma, pero, simultáneamente, reconvertida en otros países.

Escribo esto pensando en la nueva oleada de emigrantes españoles que, huyendo de la interminable crisis económica europea, se están yendo a México a buscarse la vida, y que son un eco de aquella oleada anterior de republicanos españoles que llegaron a aquel país, alrededor de 1939, buscando un empleo, una casa y un futuro, lo mismo que buscan los jóvenes emigrantes de hoy, aunque el origen de una y otra migración sea completamente distinto.
Como la única forma de combatir la desmemoria es haciendo memoria, voy a contar aquí las circunstancias en las que llegaron a México los españoles de la oleada anterior, una historia que conozco perfectamente porque en aquella oleada iban mi madre y mis abuelos. Hablo de oleadas porque estas migraciones tienen un carácter cíclico, como las olas del mar.
En 1939, al terminar la Guerra Civil, más de medio millón de republicanos tuvo que huir a Francia para ponerse a salvo de la represión del general Franco, que no contento con su triunfo también quería hacer desaparecer a los sobrevivientes del bando contrario de la faz de la Tierra. Aquellos españoles, que llegaban a Francia como refugiados políticos, fueron tratados como prisioneros y encerrados en varios campos de concentración que se habían dispuesto cerca de la frontera, y que hoy constituyen una de las páginas más negras, y también más ignoradas, de la historia de Francia.
Aquellos cientos de miles de españoles se encontraron, de pronto, prisioneros en un país que no los quería, ni sabía qué hacer con ellos y, sobre todo, sin país al cual regresar.
Las democracias del mundo hicieron la vista gorda ante el triunfal golpe de Estado de Franco, decidieron no intervenir, no meterse en ese asunto que consideraban estrictamente doméstico. Todos los países le dieron la espalda al Gobierno legítimo de España, excepto México, que, en uno de los episodios más conmovedores que recuerda la diplomacia, defendió a la República y al Gobierno de Azaña, una y otra vez, con el único apoyo de la URSS, en Ginebra, ante la Sociedad de Naciones, que era entonces el germen de la ONU.
Unos años antes, en diciembre de 1936, el presidente de México, Lázaro Cárdenas, había otorgado asilo político a León Trotski que, como estaba a punto de pasar a los republicanos españoles, se había quedado sin país al cual regresar.
“No podemos aceptar que haya un hombre en el mundo que carezca de un lugar donde vivir”, dijo Cárdenas entonces, y a partir de esta idea comenzó a movilizarse la diplomacia mexicana en Francia, en perfecta coherencia con la defensa de la República que hacía en la Sociedad de Naciones, para ayudar y ofrecer refugio a cualquier español que quisiera irse a vivir a México.

Sería el momento de revisar la dura reglamentación contra los inmigrantes
El 11 de septiembre de 1940, ya en plena ocupación alemana, el embajador mexicano en Francia, en un esfuerzo que no daba tregua a los pocos funcionarios con que contaba su oficina, había logrado documentar a 100.000 españoles que querían irse a México, y que esperaban subirse a alguno de los barcos que con ese objetivo fletaba el Gobierno de Lázaro Cárdenas y que Luis I.Rodríguez, el embajador, tenía que salir a buscar por todos los puertos de Europa. No todos los que se acogieron al ofrecimiento de Cárdenas llegaron a subirse al barco, pero sí varios miles que poco a poco se fueron integrando a la sociedad mexicana y con los años fueron dejando un legado cultural que hasta hoy enriquece a aquel país. En 1939 se fue a México, y a otros países latinoamericanos, lo mejor de España; profesores, médicos, políticos, artistas, poetas y filósofos llegaron a trabajar y a enseñar lo que sabían.
Y es probable que hoy esté pasando lo mismo, que los jóvenes mejor preparados se estén yendo de aquí, a buscar oportunidades y, eventualmente, a enriquecer los países a los que lleguen.
Dentro de unos años, cuando en España mejoren las cosas, algunos regresarán, pero otros no, como demuestra la historia de los miles de emigrantes que se han ido y que, años después, se descubren con hijos y nietos en ese país donde pensaban permanecer solo un tiempo, en lo que mejoraban las cosas en el suyo.
Esperemos que entonces no vuelva a caer sobre nosotros la desmemoria, que cuando este sea otra vez un país rico no se olvide de sus emigrantes, de esa España que lleva quinientos años floreciendo en América Latina; que la memoria alcance para tratar con más delicadeza a los inmigrantes que vendrán aquí a buscar una oportunidad, y que sea suficiente para no volver a percibirlos con miedo.
De aquella historia de alta diplomacia que protagonizó México en la Sociedad de Naciones, en Ginebra, no se acuerda nadie, y se recuerda bastante poco la solidaridad que tuvo Lázaro Cárdenas con los exiliados españoles. Se recuerda tan poco, y tan mal, que hoy tenemos aquí situaciones como esta: si un mexicano quiere viajar a España, ya no digamos a instalarse sino como turista, tiene que cumplir con una lista desproporcionada de requisitos que incluye, por ejemplo, que el amigo o pariente que va a hospedarlo tenga que ir a la comisaría de su barrio a presentar los planos de su casa para que un policía vea si tiene espacio suficiente y dé su visto bueno. Y además se expone, como sucede con frecuencia, a que el oficial de turno no lo deje pasar y lo devuelva a México en el siguiente vuelo.
Quizá sería momento de revisar esa dura reglamentación, propia de países ricos que no quieren inmigrantes, porque las cosas han cambiado rápida y radicalmente, ahora la gente, más que venir, está mirando cómo se puede ir de aquí.
De toda esta gente que ya se ha ido, y que empieza a construirse una vida en esa nueva oleada de españoles que va llegando a México, habrá muchos que son hijos de esas personas que hace unos años, muy pocos, ni siquiera diez, identificaban al inmigrante como el peor problema de España y que hoy, con mucho asombro, y supongo que algo de vergüenza, se encuentran con que son padres de un inmigrante, que trata de ganarse la vida en otro país. Este es, precisamente, el precio de la desmemoria.
Jordi Soler es escritor.
Leer en El País 

dimecres, 9 de gener del 2013

DISSERTANT SOBRE IDENTITAT I FRONTERA AMB LOLITA BOSCH AL CANAL 33

Dissertant al programa "Via Llibre" del Canal 33 sobre la frontera i la identitat, amb una altra escriptora de frontera, Lolita Bosch. Ella mexicana i catalana, jo català i marroquí. "Primer consideres que ets d'allà. Després vols ser d'aquí, fins que t'adones que la identitat és complexa, ets d'aquí i ets d'allà..."  Cliqueu sota la imatge per veure el vídeo. Ah! i jo que he escrit "Cartes al meu fill" us recomano el seu llibre "La família del meu pare"

                             


 CLICA AQUÍ PER VEURE EL VÍDEO

                   

dijous, 3 de gener del 2013

LIBRO RECOMENDADO: GOETHE Y SCHILLER. Historia de una amistad. Biografia


Cita: "Fue una dicha para mí tener a Schiller. Pues, por diferentes que fueran las respectivas naturalezas, nuestras direcciones iban hacia un punto común, que hizo tan íntima nuestra relación, a saber, que en el fondo ninguno podía vivir sin el otro" (Goethe).



(Crítica de Luis Fernando Moreno)
http://elpais.com/diario/2011/09/24/babelia/1316823169_850215.html
 Feliz encuentro de dos genios
Rüdiger Safranski 
 La amistad entre Goethe y Schiller fue tal vez una de las más proverbiales y fecundas de la historia de la literatura. A Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832), el célebre autor de Las penas del joven Werther y genio reconocido de las letras alemanas desde su juventud, le costó trabar conocimiento con otro genio incipiente: Johann Christoph Friedrich Schiller (1759-1805), diez años menor que él, y asimismo famoso por su sorprendente tragedia primeriza Los bandidos. Tampoco a Schiller le agradaba la actitud prepotente del "olímpico Goethe", pues le parecía orgulloso y distante. Sin embargo, sucedió lo que parecía imposible: aquellos dos hombres se hicieron amigos. Dejaron atrás sus temores y, superando celos literarios y diferencias de carácter, decidieron cooperar en pro del arte y del mutuo enriquecimiento personal.

Schiller afirmó que "ante la excelencia no cabe más que el amor", y así actúo con Goethe, que enseguida se sintió agasajado y correspondió como debía. La amistad de ambos se cimentó sobre las firmes columnas de la paridad y la confianza recíproca. Si de ellos uno se hubiese creído superior y hubiera hecho gala de necia vanidad, sin atender a los consejos del otro por considerarlo inferior en inteligencia, nada habría crecido entre ambos salvo espinas. Orgullosos de sí mismos y de su arte, cada uno a su manera, idiosincrásicos y distintos, supieron ser colaboradores y complementarios. "Cada uno de nosotros podía proporcionar al otro algo que le faltaba y recibir algo a cambio", diría Goethe; y cuando murió Schiller: "He perdido a un amigo y con él, la mitad de mi existencia".
El famoso biógrafo y filósofo alemán Rüdiger Safranski (1945) dedica este su último libro a detallar la historia de lo que Goethe calificó de "feliz acontecimiento", aquella amistad que comenzó en 1794 y que sólo concluiría con la muerte de Schiller. La obra es tan intensa e informativa como todas las de Safranski. Desde su primera biografía de E.T.A. Hoffmann (sin traducir al castellano) hasta sus libros sobre el Romanticismo y los que dedica a Schopenhauer, Heidegger, Nietzsche y Schiller (todos en Tusquets), Safranski ha desarrollado un estilo propio que podrá encantar al lector o saturarlo en ocasiones, ya que se basa en la acumulación de testimonios que sostienen una narración que avanza entre meandros; multiplica las citas literales, y lo mismo se explaya sobre un problema filosófico universal que sobre una anécdota particular. La información es desbordante y los detalles a veces obvian aspectos de carácter más general, por ejemplo, ¿cómo eran realmente las respectivas personalidades de Goethe y Schiller? El lector debe extraer esta información tan relevante a partir de los testimonios y las anécdotas, ensamblar un gran puzle con pequeñas piezas doradas.
Críticas aparte, lo cierto es que Safranski nos traslada con maestría a los míticos escenarios de Jena y Weimar, cenáculos por antonomasia de los "clásicos alemanes" (Herder, Wieland, Goethe y Schiller), en una época áurea de las artes alemanas; Goethe oficia de sumo pontífice desde Weimar, Schiller vive en Jena pero termina trasladándose también a Weimar para estar más cerca del amigo. De la colaboración de ambos surgen obras magníficas: entre otras, Wallenstein y La doncella de Orleans de Schiller, o Wilhelm Meister y Hermann y Dorothea, de Goethe. Junto a los dos genios mayores aparecen otras tantas figuras tales como Fichte y Hölderlin, los hermanos Schlegel y los Humboldt, el duque Carlos Augusto o la señora Von Stein; sin olvidar a las esposas de los poetas protagonistas: la noble Karoline von Wolzogen, de Schiller, y la plebeya Christiane, amante de Goethe y más tarde su esposa, aunque siempre se mantuvo en la sombra. Son multitud de personajes, profusión de hechos e ideas que nacían y se desarrollaban en tiempos fértiles y salvajes para la literatura, la filosofía y la ciencia europeas. Y descollando sobre todo ello, las dos imponentes figuras de Goethe y Schiller: la naturaleza fogosa e incontinente, y la reflexión y el entusiasmo; ambos autores reviven de nuevo gracias a la innegable magia de Safranski.
OTROS LIBROS RECOMENDADOS:
"Amor a la carta" de Xavier Rius 
LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO, DE VARGAS LLOSA
"X" DE PERCIVAL EVERETT
EL MAL ÁRABE, DE MONCEF MARZOUKI