En los últimos meses mucha gente ha muerto en el estrecho, otros están atrapados en Marruecos malviviendo en los alrededores de Nador y Oujda y otros muchos se han quedado por el camino - muertos en el desierto, chantajeados por las mafias etc.-. Hace unos años escribí este artículo que no llegué a publicar en Público. Lo publico ahora en mi blog. Es mi pequeño granito de arena para que no nos olvidemos de toda esta gente.
Que la felicidad nunca puede ser completa es una lección elemental
que cualquier persona descubre en algún momento de su existencia. No es
necesario haber vivido grandes experiencias para darse cuenta de ello. En
cambio, que la infelicidad tampoco puede serlo, lo descubrí leyendo a Primo
Levi en su libro Si esto es un hombre.
Paso a explicarles el por qué de esta reflexión.
Recientemente,
he tenido la oportunidad de compartir mesa con Kalilu Jammeh. Él presentaba su
libro, El viaje de Kalilu. Cuando llegar al paraíso es un infierno.De
Gambia a España: 17345 Km en 18 meses, y yo debía hablar, a continuación, de la afectación psíquica que
puede generar un proceso migratorio penoso.
Me sentí ridículo. Yo no podía
añadir nada a lo que él nos estaba contando y, en caso de poder hacerlo, no
tenía la certeza de poder expresarme bien. Temía emocionarme y tener que
interrumpir mi intervención. Finalmente mi charla fue más corta de lo previsto
y yo no, pero otra persona, la encargada de coordinar el acto, soltó las
lágrimas que todos los asistentes al acto habíamos estado reprimiendo. Alguien
sensato debía de hacerlo. Era tan doloroso lo que escuchar todo lo que nos
explicaba que alguien debía de autorizarnos a parar y descargar la pena que
sentíamos.
Nos describió lo que él denomina un holocausto ignorado. El viaje que
emprenden muchos africanos para llegar a Europa. Nos hizo saber que solamente un 5% de los que
se lo proponen llegan a su destino. El resto muere de hambre, son asesinados o
se quedan por el camino. Pero ni el libro ni su presentación se quedan en las
frías cifras. También nos contó hechos concretos: en Algeria lo detuvieron,
pasó meses en cárceles infrahumanas y cuando lo dejaron en libertad, fue para
llevarlo al desierto y abandonarlo allí a él y a otros muchos sin agua y sin
comida. Es decir, pretendían matarlos. Al fin y al cabo se estaban quitando un
problema de encima y le estaban ahorrando otro a la vieja Europa, cansada ya de
tanto inmigrante. Él pudo salvarse gracias al dinero que guardaba con mucho
celo y que le sirvió para pagar a un Tuareg para que lo salvara. (ya ven, allí
donde haya miseria, florecen nuevos negocios). Otros no tuvieron tanta suerte.
Vio morir a mucha gente y se encontró con
esqueletos y restos de cadáveres durante todo el camino, especialmente
en Argelia y el Sáhara.
Podría seguir relatando un
sinfín de crueldades que a uno le hacen pensar si este es el mundo en el que
queremos habitar, pero dejémoslo en que detrás de muchas de estas personas que
llamamos inmigrantes hay un historia repleta de experiencias terribles. Sed,
hambre, ahogos, enfermedades, puñaladas, robos, arbitrariedades, policías
delincuentes, estados asesinos, mafiosos inhumanos etc.
Me conmovió especialmente el
agradecimiento con el que hablaba de la guardia civil de Lanzarote. Después de
18 meses de travesía (que fue lo que duró el viaje que, según los mafiosos a
los que pagaron, debía de transcurrir en 15 días), los agentes de este cuerpo
fueron los primeros que los trataron como a personas.
La lección que extraje del libro de
Primo Levi, me ayudó a hacer más
tolerable los sentimientos que iba experimentando. El libro de Kalilu, que se gestó como proyecto ya en la misma
travesía para explicar a toda la gente
que lo quisiera leer la historia de tantos africanos que cometieron el error de
soñar con un futuro, fue un motivo para no sucumbir a tanta infelicidad.
Alguien tenía que explicar e intentar hacer justicia a los muertos que se
encontró en el desierto y a los que iba dejando por el camino
No
hacía mucho había leído también la
excelente primera novela de Uzodinma Iweala, Bestias sin Patria, en la que se narra en primera persona la
historia de Agu. Un niño listo que, empujado por las terribles circunstancias,
se ve convertido en un niño soldado. Un relato de una violencia atroz que el
autor empezó a concebir después de haberse encontrado en el Newsweek con la foto de un niño negro de
brazos flacuchos que parecía mirar al mundo acusándolo de haberlo abandonado y
al mismo tiempo suplicando el perdón. El pie de esta foto decía que había sido
un niño soldado.
Exactamente
esto, un reproche por haber sido abandonado y una súplica de perdón por no
haber podido salvar al resto de personas que viajaban con él, fue lo que me pareció
ver en la expresión de Kalilu.
Comprendre cansa. Però mai no tant/ perquè no pugui ser l’últim refugi
(comprender cansa, pero nunca tanto/ como para que no pueda ser el último
refugio). Estos versos de Joan Margarit también acudieron a mi rescate y me
animaban a escucharlo con atención.
Quizás nos parezca mejor cerrar
los ojos y los oídos y seguir viviendo en nuestra burbuja europea (un narcótico
muy potente) y pensar que vivimos en el mejor de los mundos y que los otros
(los inmigrantes) deben de integrarse en nuestra sociedad sin hacer demasiado
ruido y callando sus miserias para no devolvernos una imagen demasiado cruel de
nosotros mismos. Quizás sí. Pero permítanme discrepar. Tenemos la obligación de
saber en qué mundo habitamos. Porque, no nos engañemos, algo tenemos que ver
con el sufrimiento de estas personas.
Incluso
para los que tengan la tendencia de pensar que la responsabilidad siempre está
en un lugar muy lejano y que la miseria es debida a la corrupción de los otros,
y que la mentira es responsabilidad de las mafias, formadas por unas almas
crueles que nada saben de sentimientos, que las guerras en África son por
cuestiones tribales que convierten a los africanos en lo que alguien denominó
gente de machete fácil, cada vez les será más difícil mirar a otra parte.
Kalilu y otros tantos están empeñados en no callar.
Benvolgut Sr. El Kadaoui.
ResponEliminaSalam aleikun, bon dia. Em dic Jesús Espinoza. Ahir vaig poder acudir al debat "Quina Catalunya Volem?" a seu d'Òmnium Cultural, m'agradaria felicitar-lo per la seva intervenció.
Especialment vaig trobar interessant el que va dir sobre el biaix dialògic existent entre païssos d'origen i païssos d'arribada de la inmigració. També em va semblar digne de prendre nota la seva categorització en tres discursos de les politiques d'inmigració (assimilacionista, utilitarista i integrador).
Resulta que, precissament, estic fent un treball sobre el conflicte d'identitats en els inmigrants magrebins i li voldria demanar si em poguès recomanar algún document al respecte d'aquests dos punts que vosté va assenyalar. Li estaria molt agraït.
Si és tan amable, doni'm alguna referència de llibre o article seu o d'altri. El meu correu és jeerspivera@hotmail.com
Moltissimes gràcies per adavantat.