dijous, 5 de setembre del 2013

LIBRO RECOMENDADO: UNE MÉLANCOLIE ARABE. ABDELLAH TAÏA



CITA: "Moi au coeur d'un monde arabe qui, au fond, lui aussi ne croyait plus en rien. Un monde absurde. Un monde-prison où les mêmes erreurs étaient inlassablement répétées, et c'était toujurs bien sûr la faute des autres, les Occidentaux. Je n'avais plus d'indulgence pour ce monde"

Artículo que publiqué en el diario Público tras la presentación de "Una melancolía árabe" en Barcelona: 

 MARRUECOS, "MON AMOUR"


El día 16 de junio, el escritor marroquí afincado en París Abdellah Taïa estuvo en Barcelona presentando la traducción al castellano y al catalán de su libro Une mélancolie arabe.

Unos meses antes, le había mostrado mi admiración y apoyo tras haber leído una carta abierta dirigida a sus hermanos y, especialmente, a su madre (la eterna M’Barka, presente en todos sus escritos) publicada en la revista marroquí Tel quel.

Marruecos, le comenta a su madre, no son los otros, el Gobierno, los religiosos, los mezquinos, los celosos… Marruecos es él y ella. El cambio empieza por ti, le comenta más adelante. Y por ti, por mí, por nosotros, pienso mientras lo leo.

Se lamenta del sufrimiento de su familia y, en un arranque de sinceridad conmovedor, le hace saber que nunca ha pretendido avergonzarla y que lo único que busca es decir la verdad, salir de la sombra y existir. Existir siendo lo que es: una persona inquieta, con proyectos y talento para llevarlos a cabo y no escondiendo su condición de homosexual.

Se lamenta de que mientras el mundo hace autocrítica, se mueve, recibe a Barack Obama con una inmensa esperanza, Marruecos siga con la vieja receta del miedo para impedir cualquier cambio. ¿No merece una verdadera modernidad?, se pregunta, y critica a los inmovilistas que se apropian de la identidad marroquí e impiden cualquier pensamiento crítico.

A su vez, también le hace saber a su entronizada M’Barka que no está solo. Algo ha empezado a moverse. Precisamente de esto habló en su presentación y lo ejemplificó con el hecho de que sus libros también se venden en Marruecos, viaja con frecuencia allí y habla de la misma forma que lo hace en cualquier país europeo: sin embudos. Solamente este hecho, no hubiera sido posible hace diez años, como reconocía él mismo.

Hasta el día de la presentación sólo había hablado alguna vez con él vía e-mail. Al encontrármelo en directo, me llevé la sorpresa de comprobar que su aspecto era más frágil del que había imaginado. Cometí el error de creer que
las personas decididas, en su caso revolucionarias incluso, tenían un aspecto acorde a la fuerza de sus ideas.

Un aspecto frágil, un mundo interno según él mismo refiere caótico y, en cambio, una persona con una determinación admirable.

Su decisión de escribir sin seudónimo le ha valido tanta admiración como desprecio en su querido (y el mío también) Marruecos y un doloroso distanciamiento con su familia.

A mí lo que más me conmueve de sus libros no es tanto las historias de amor homosexual (que son historias de amor a secas unas veces, de sexo y lucha otras y de contradicciones siempre) sino la descripción que siempre hace de ese mundo mágico, fascinante y también perverso, a veces, que habita en el Marruecos tradicional. Es difícil no sentirse agradecido con él cuando se ha conocido ese mundo. Lo describe con tal claridad que uno revive las sensaciones y la magia con que está cargado este Marruecos tan contradictorio como inasequible a la razón.

Abdellah es considerado un peligro por toda la retahíla de pseudo-intelectuales, pseudo-religiosos y pseudo-políticos (de los que hay muchísimos en Marruecos) precisamente por hablar sin ambages de dos temas molestos: la homosexualidad, considerada todavía como una enfermedad por buena parte del país, y el Marruecos profundo.

Él sabe que no es mirando a otra parte como se avanza, sino asumiendo todo aquello que somos.

Abdellah lo muestra con la delicadeza y el amor del que no reniega de nada de lo que es y con la decisión del que quiere cambiar las injusticias. Como le dice a su madre en su carta, no le gustan los enfrentamientos inútiles, pero está a favor de las batallas necesarias. Esta, desde luego, lo es.

Marruecos sigue siendo un país muy conservador, pero también es Abdellah y todos los que como él luchamos (desde el propio país o desde fuera) por la igualdad de los seres humanos y que anhelamos un país realmente democrático.

Querido Abdellah, nous luttons ensemble! (¡luchamos juntos!)
.  

http://ehgamdok2009.blogspot.com.es/2009/07/artikulua-said-el-kadaoui-marruecos-mon.html


divendres, 16 d’agost del 2013

ENTREVISTA AL PROGRAMA "RESPIRA" DE BTV



Respira, psicologia positiva i unes gotes de filosofia per païr les adversitats de la vida. Aquesta setmana parlarem dels fills de la immigració. Com s'enfronten ells a l'aventura de créixer en un entorn humà i cultural tan diferent?

CLICA AQUÍ VER VEURE EL VÍDEO, MINUT 7,57 FINS 13,35


divendres, 19 de juliol del 2013

La limitación o prohibición del burka. UN MOMENTO ADECUADO PARA EL DEBATE. El Periódico

Saïd El Kadaoui, psicólogo y escritor
Cubrir el rostro y el cuerpo de la mujer sin que nada quede al descubierto –excepto los ojos en el caso del nikab y ni tan siquiera eso en el caso del burka– es una aberración que, según algunos intelectuales musulmanes nada tiene que ver con el Islam y, a criterio de otros, es una imposición del wahabismo. Abdel Wahab Medeb afirma que esta corriente del Islam es la interpretación más pobre que jamás haya conocido la historia teológica y doctrinal de esta religión.
 Por otra parte, es importante señalar que la discusión en torno al burka no es un debate entre el Islam y Occidente. Es un debate –junto con otros: cubrirse la cabeza con el pañuelo en algunos trabajos, la compatibilidad entre el trabajo y guardar el ayuno durante todo el mes del ramadán, el papel de la religión en la vida pública…– que está en las calles de la mayoría de los países musulmanes. Para aquellos que lean en francés, recomiendo encarecidamente leer de vez en cuando la revista marroquí Tel quel (telquel-online.com). 
Foto: El Periódico
 Rafael Jorba, en un reciente artículo publicado en La Vanguardia (Burka, buenismo y estigmatización, 8/06/13), citaba algunas de las conclusiones del informe elaborado por el Consejo de Estado de Francia (25/03/10) encargado por el entonces primer ministro, François Fillon. Me interesa destacar una de ellas: una ley, dice, que prohibiese cubrir el rostro solo podría basarse en razones de orden público y de identificación de personas, y debería tener en cuenta algunas excepciones de salud pública (máscaras), de seguridad (cascos de moto, pasamontañas), manifestaciones culturales (carnaval) y respeto de los lugares de culto y las tradiciones.
 La propuesta del conseller Espadaler de llevar al Parlament una moción de regulación de la ocultación del rostro en los espacios públicos para debatir de forma «cuidadosa, sutil y clara» y buscar el máximo de consenso, no me parece mal. Al contrario. Creo que el Parlament es el lugar adecuado para instar al Govern a que legisle en ese sentido. También me parece que el momento no es malo. Es mejor debatirlo de forma serena ahora que esperar a que se convierta en un arma electoralista. 

 Creo que es importante no cerrar la puerta al debate, no atrincherarse en posiciones dogmáticas y, sobre todo, no darle fuerza a una interpretación pobre (fanática) del Islam y que tanto denigra a la mujer. Si a través de una ley que se basa en razones de orden público y de identificación podemos pararle los pies a los fanáticos, adelante. Aquí, en Catalunya, en Europa y también allí en los países musulmanes, habrá mucha gente que aplaudirá nuestra determinación e inteligencia. 

divendres, 14 de juny del 2013

RECOMIENDO ESTE LIBRO: "JE DOIS TOUT À TON OUBLI" DE MALIKA MOKEDDEM



CITA: " Comment Selma pourrait-elle, lors de ses promenades au crépuscule sur la plage du <<Grand Travers>> à Montpellier, ne pas penser aus naufrages à répétition des candidats à l'immigration? Quan cette image la submerge, Selma se surprend à observer cette mer avec défiance. Pourquoi offre-t-elle des perspectives aus uns et s'ouvre-t-elle en tombeau pour tant d'autres?"


RESEÑA Y CRÍTICA DE CARLES CORTÉS:

Je dois tout à ton oubli, Malika Mokeddem, Paris, Ed. Grasset, 2008
Cette dernière lecture de Malika Mokeddem nous renvoi une autre fois à ses histoires les plus autobiographiques comme dans ses livres précédents, par exemple, Mes hommes (2005). À cette occasion l’écrivain explore une situation peut être un peu douloureuse : le contraste entre les deux sociétés, la française et l’algérienne, où la protagoniste habite. Selma est la jeune divorcée qui doit retourner à cause d’un évènement familial et retrouve la voix conservatrice de sa mère, l’action contraire des traditions. Elle qui habite en France ne se trouve pas à l’aise dans son propre pays, à l’intérieur de l’Algérie, dans le même désert que connaît bien l’écrivaine.
Le roman est un excellente révision des derniers événements historiques de l’Algérie, depuis l’indépendance de la France jusqu’au triomphe de l’intégrisme dans les années 80. Un mélange de sensations, en faveur et avec sens critique de son pays et de ses habitants. On parle aussi de décadence des villes, d’une Oran reléguée dans le mépris et les immondices avec les façades écaillées et des immeubles vides.
Entre la révision critique de l’histoire sociale et politique, la vie de Selma, marquée par la volonté de fuir loin de sa famille et du désert. Partir était l’unique obsession de la jeune Selma dans son adolescence. Mais il y a surtout une lutte personelle contre le régime militaire qui ne laisse aucune liberté a la concrétion amoreuse des algériennes, comme c’est le cas de Selma et son ami homosexuel Goumi. Un sens critique contre une société qui fait la considération suivante : « ici, c’est l’obésité qui est le canon de la beauté et la boulimie le critère de santé » (p. 67). Et une affirmation que ces derniers temps, après la révolution tunisienne nous avons écoutée : « L’Algérie ne s’en sortira que par les femmes ! » (p. 85). C’est le point de vue de la femme, de l’écrivain à l’intérieur de la protagoniste, la principale apportation de ce roman : la vision de la crise algérienne et par extension du Maghreb à travers les yeux d’une femme.

Leer en Carles Cortés.cat
Malika Mokeddem


 OTROS LIBROS QUE RECOMIENDO:
Calle de los ladrones de Mathias Énard
Crítica de la razón árabe de Abed Al Yabri
Mi oído en su corazón de H. Kureishi
 Amor a la carta, de Xavier Rius
LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO, DE VARGAS LLOSA
"X" DE PERCIVAL EVERETT
EL MAL ÁRABE, DE MONCEF MARZOUKI     

Salman Rushdie, Memorias    

Demonios íntimos, de Xavier Rubert de Ventós
Hacia una democracia laica, voces de mujeres musulmanas
Ara i aquí, P. Auster i J.M. Coetzee

dissabte, 25 de maig del 2013

POR EL DERECHO A DECIDIR, publico un nuevo artículo en ELMONOPOLÍTICO



 


Leer artículo en el Monopolítico

Texto completo:
A finales de 2003 tuvimos en Catalunya un cambio de Gobierno que nos ilusionó a muchos. Creo que, aunque hubiera sido militante de Convergència i Unió (que no es ni mucho menos el caso), habría celebrado el cambio. Veintitrés años en el Gobierno son muchos, y la alternancia en el poder es uno –tan sólo uno, per importante– de los indicadores de la buena salud de la democracia.
Así que muchos recibimos con ilusión el cambio. Un Gobierno progresista y catalanista (que, recordémoslo, no siempre equivale a nacionalista) era posible, y Pasqual Maragall parecía ser el representante adecuado de estos dos ejes de la política catalana. Y estaba decidido a solucionar un problema estructural del país. Quería reformular la relación Catalunya-España y proponía insistentemente una revisión federalista de la Constitución. En su discurso de investidura dijo que si España era plural permanecería unida, y si se entestaba en ser única, tarde o temprano, irremediablemente, se rompería. También dijo que Catalunya quería una España plural que defendiera y promoviera como una riqueza irrenunciable todas las lenguas y culturas. Es el Estado, decía, quien debe defender el catalán. Actuaciones sospechosamente partidarias de la enseñanza oficial del valenciano como diferente del catalán van en la dirección contraria de lo que debería ser el camino de la riqueza y la responsabilidad compartida. (¡Imaginen qué debe de estar pensando ahora que al valenciano le sumamos también el Lapao! )

Esta visión de la España plural la compartía una buena parte de la Convergència i Unió de Jordi Pujol .  La diferencia principal era que Pasqual Maragall estaba decidido a hacer algo: un nuevo Estatut y la reforma de la Constitución eran sus dos principales propuestas.

Ya sabemos el final de la historia: un Estatut cepillado tras salir del Parlamento catalán y una Constitución intocable (salvo cuando lo dicta Merkel, claro).

Es decir, en nuestra historia reciente (ya no hace falta ir a hasta Azaña para encontrar un discurso interesante de un político sobre la vertebración de España) ha habido un político de nivel que ha intentado que la relación España-Catalunya no se rija solamente por la inevitable conllevancia de la que hablaba Ortega y Gasset, sino por, si se me permite, una cierta alegría de estar juntos. No fue posible y, hay que decirlo bien claro, no solamente por la visión centralista del Partido Popular, sino también, y especialmente, porque el PSOE tiene un alma jacobina que se impone siempre que se abre el debate territorial. Y es una lástima:  Zapatero, que tanto había exaltado las virtudes de la España plural cuando estaba en la oposición, nada relevante hizo por ella cuando estuvo en el Gobierno, salvo pactar el redactado final del Estatut con… Artur Mas (en aquel entonces en la oposición). Con esta acción propinó una inmerecida humillación al por entonces president, que, insisto, con todos sus defectos, que los tenía, y con toda su debilidad política, que era evidente (y llegaba a ser incluso estética: no había forma de verlo a él sólo. Siempre aparecía secundado por el conseller en cap de Esquerra republicana y el conseller de relacions institucionals de iniciativa per Catalunya, reclamando la cuota de protagonismo para sus correspondientes partidos), intentó hallar un encaje más cómodo y fructífero de Catalunya en España.

No fue posible, y de esas aguas, estos lodos. Por eso no estoy del todo de acuerdo con el análisis que hace una buena parte de la izquierda y, por supuesto de la derecha nacionalista española, de que el president Mas instrumentaliza a los catalanes con la independencia. No es solamente un paso a la acción, una huida hacia delante; es también un paso lógico teniendo en cuenta la cerrazón de los dos partidos mayoritarios españoles. La falta de voluntad para solucionar un problema de encaje que existe. Y si lo recordamos bien, entre el president Maragall y el president Mas, hubo otro president, Montilla, que ya avisó del riesgo de desafección. Y la desafección tiene estas cosas.

La negación del conflicto no puede ser la solución. Es más, ya está suficientemente demostrado que contribuye a agravar el problema.

Visto todo esto no me extraña en absoluto que buena parte de los partidarios del federalismo (entre ellos, un servidor) esté de acuerdo con el pacto nacional por el derecho a decidir y por la realización de la consulta. Es lo mínimo que se puede exigir. Y, atención, ya hay federalistas (véase las tesis del diputado de Iniciativa Jaume Bosch) que piensan que para  llegar al federalismo primero hay que conseguir la independencia.
Saïd El Kadaoui

diumenge, 19 de maig del 2013

RECOMIENDO ESTE LIBRO: RUE DES VOLEURS, DE MATHIAS ÉNARD

CITA: "il lui restait la force des pauvres et des révolutionnaires, il disait un jour Lakhdar, un jour je pourrai vivre décemment en Tunisie, plus besoin de Milan, de Paris ou de Barcelone, un jour tu verras, et moi qui n'avais pourtant jamais réellement voulu quitter Tanger, qui n'avais jamais vraiment partagé ces rêves d'émigration je lui répondais qu'on serait toujours mieux bien planqués dans le Raval, dans notre palais des ladres, à regarder le monde s'effondrer,() et ça l'a fait rigoler"


El viaje de Lajdar a la calle Robadors

Mathias Énard narra la epopeya de un marroquí simpapeles que vive la revuelta de los indignados en la plaza Catalunya

 Xavi Ayen, La Vanguardia, 14/3/2013 (pincha aquí para leer en La Vanguardia)
 La prensa francesa se ha ocupado atentamente de la calle Robadors de Barcelona, desde septiembre del año pasado. La revista Paris Match, los informativos de televisión, diarios como Le Monde o Le Figaro, y hasta revistas como Le Magazine Littéraire han dedicado amplio espacio a esta estrecha vía que comunica las calles Hospital y Sant Pau.

¿Qué le sucede a esta callejuela para ser objeto de tanto mimo mediático? Pues que en ella se ambienta la última novela del francés Mathias Énard (Niort, 1972), Calle de los Ladrones (Mondadori/Columna), que narra cómo un joven marroquí, Lajdar, es expulsado de la casa paterna en Tánger -tras haberse solazado ilícitamente con su prima- e inicia una errancia por varios lugares y ocupaciones, que finalizará en Barcelona en la época en que la plaza Catalunya estaba llena de indignadas tiendas de campaña.

Énard es -digámoslo ya- uno de los novelistas europeos más interesantes, e incluso importantes, de la actualidad. En La perfección del tiro (2003) se metió en la piel de un francotirador; en Remontando el Orinoco (2005) buceó en un triángulo amoroso; Zona (2008) era un relato épico y mediterráneo en una sola frase de más de 400 páginas, sin puntos, y en Habladles de batallas, de reyes y elefantes (2010) nos trasladaba al viaje que hizo Miguel Ángel a Constantinopla a principios del siglo XVI. Son registros muy diferentes, pues él ve cada obra "como un paso que me permite avanzar hacia la gran novela que escribiré algún día". Énard, que habla árabe y persa -entre otros muchos idiomas-, señalaba, ayer por la mañana, bajo la lluvia, y ante la curiosa mirada de una decena de prostitutas con cara de sueño, los lugares clave en su ficción: "¿Ven? Este es el piso donde vive el protagonista; fue mi estudio durante dos años". El libro se estructura en tres partes: Tánger, el limbo y Barcelona. "El viaje es un motor para la ficción, todo empieza con una patada en el culo y eso le da energía, hace rodar al personaje como una canica hasta Barcelona".

Calle de los Ladrones es una novela de iniciación, pero "mezclada con otros géneros, como la novela negra, la novela social, la de viajes y la de aventuras". El joven Lajdar observa con estupor el mito de su Tánger natal, ciudad capaz de atraer a turistas de todo el mundo, con un aura sensual y literaria a la que los nativos permanecen ajenos. Una operación análoga a la España de ensueño con que fantasean los emigrantes.

El lector percibirá que, contra lo que podría creerse, la realidad de un joven marroquí no es tan lejana a la de un joven barcelonés. De hecho, se establece una sutil conexión entre las primaveras árabes y el 15-M, en la que reciben todos: el poder económico, el islamismo radical, el gobierno del PP, el de CiU y hasta los sindicatos, con "sus huelgas del siglo XX, aún no hemos encontrado las formas para luchar contra el capitalismo en el siglo XXI".

Énard aborda el terrorismo islámico, la cooptación en las mezquitas y el oscuro tránsito que va "de trabajar en una fundación religiosa a participar en la preparación de un atentado". Junto a los elementos de actualidad que van apareciendo -los barcos con su tripulación varados en el mar por falta de pago-, sobrevuela la sombra de Ibn Battuta, como un contrapunto a la epopeya de Lajram.

La Barcelona de Énard bulle de descontento y a la vez luce un intenso encanto. Su gran símbolo es la torre Agbar -ya no Colón o las torres de Calatrava o Foster- y los turistas son vistos como una bendición para el protagonista o sus amigos, "pues son una fuente de ingresos increíble".

En la calle Robadors, cuando Mathias Énard se cala la gorra y se va, resuenan ecos de Jean Genet, Pierre de Mandiargues, Juan Goytisolo, Vázquez Montalbán y todos los escritores que intentaron penetrar en sus secretos. Ahora, en el 2013, Énard la ha convertido en su peculiar callejón de los milagros.

 OTROS LIBROS QUE RECOMIENDO:
La idea de la justicia, de Amartya Sen
Crítica de la razón árabe de Abed Al Yabri
Mi oído en su corazón de H. Kureishi
 Amor a la carta, de Xavier Rius
LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO, DE VARGAS LLOSA
"X" DE PERCIVAL EVERETT
EL MAL ÁRABE, DE MONCEF MARZOUKI     

Salman Rushdie, Memorias    

Demonios íntimos, de Xavier Rubert de Ventós
Hacia una democracia laica, voces de mujeres musulmanas
Ara i aquí, P. Auster i J.M. Coetzee

dimarts, 14 de maig del 2013

NI FIESTA, NI SIESTA, artículo en El MonoPolítico


Hoy estreno colaboración con el digital "El MonoPolítico". Espero que os guste  
 
 
NI FIESTA, NI SIESTA,  Saïd el Kadaoui, 13 de mayo de 2013

Leo en El Periódico de Catalunya que el fenómeno de la emigración a Alemania ha llegado al ámbito universitario. Parece ser que la facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona y la de la Universidad de Goethe de Frankfurt am Main están realizando una investigación con el objetivo de conocer las características de las personas que tienen pensado trasladarse a Alemania. Y me digo que, sean como sean estas personas -seguramente buena parte de ellas serán fuertes, emprendedoras, algunas con una muy buena formación y otras con una muy buena predisposición al trabajo, otras con una cosa y la otra-, todas ellas experimentarán de una manera u otra los avatares psicológicos que implica toda migración. Ante un cambio de estas características, toda nuestra personalidad necesita reorganizarse, digerir los cambios, las distancia, la añoranza, la ilusión por lo nuevo, el choque entre las expectativas con las que uno parte y la realidad del día a día, la regresión psicológica que se vive al querer amoldarse a un entorno que no nos es conocido, y un largo etcétera.
       Esta crisis que está empujando – expulsando más bien- fuera del país a muchos españoles también ha favorecido la consolidación del estereotipo español vago en Alemania. Ya se sabe, España es el país de la fiesta y de la siesta. Mucho me temo que ésta es la lente con la que una parte de la sociedad alemana mirará a estos nuevos emigrantes. La relación asimétrica del ciudadano proveniente de un país pobre y la del ciudadano que lo recibe puede ser muy dolorosa. No es un tema menor este. La persona que se va -especialmente sus hijos: aquellos que ya nacerán en el nuevo país o los que partan con sus padres a edades muy tempranas- se siente frecuentemente obligada a explicar (explicarse también) su origen. Algunos lidiarán e intentarán demostrar que España es mucho más que fiesta y siesta y otros se identificarán con el estereotipo y alabarán las bondades de la holgazanería de la vida del sur, la alegría  mediterránea que lo inunda todo a pesar de no tenerlo todo como “nosotros”. Nosotros/ellos. Inmigrantes/autóctonos. Inclusión/exclusión. De aquí a unos años será interesante estudiar el proceso de aculturación -el proceso por el cual las personas se hacen a la(s) cultura(s) del nuevo país- y sus correspondientes repercusiones psicológicas.
        De momento, lo que sí se puede decir sin ninguna duda es que es muy triste ser ciudadano de un país que te echa.
        P.D: Mientras paseaba por la calle cavilando sobre la posibilidad de escribir este artículo presencio una discusión: un hombre, negro, se cruza a toda prisa con otro, blanco, en la calle y sus hombros se rozan con una cierta violencia. El primer hombre hace una señal con la mano como pidiendo disculpas, pero no se detiene. El hombre embestido le grita: “¡Será que no había más espacio para pasar! ¡Aprende a mirar por  dónde vas o te regresas a tu país!”. En mi fuero me digo que ojalá los nuevos emigrantes no sufran este tipo de experiencias que tanto pueden minar el estado de ánimo y que dificultan tanto  el sentimiento de pertenencia al nuevo país.

divendres, 3 de maig del 2013

BOSTON, LOS PELIGROS DE LAS CRISIS DE IDENTIDAD, publico este artículo en El País


Una auténtica integración es el mejor antídoto contra el odio y, por tanto, contra la violencia

 Saïd El Kadaoui Moussaoui, El País 3 de mayo de 2013

¿Hacia dónde me dirigiré, dividido hasta las venas?
Yo, que he maldecido
Al oficial ebrio del dominio británico, ¿cómo elijo
Entre esta África y la lengua inglesa que amo?
¿Traicionaré a ambas, o les devolveré lo que dan?
¿Cómo presenciar semejante matanza y quedarme impasible?
¿Cómo alejarme de África y vivir?
Me encontré con este poema del poeta caribeño Derek Walcott, A far cry from Africa, citado en el libro de Amartya Sen, Identidad y violencia, hace unos años y me pareció una forma muy bella de describir su propia identidad. Walcott, decía después Amartya Sen, no puede simplemente “descubrir” cuál es su verdadera identidad, tiene que decidir qué debe hacer, y cómo —y en qué medida— para dar espacio en su vida a las diferentes lealtades. La importancia básica de las influencias dispares, añadía el autor de este magnífico ensayo, —historia, cultura, lengua, política, profesión, familia, camaradería, etc.— debe reconocerse en forma adecuada, y éstas no pueden ahogarse en una celebración resuelta sólo de una comunidad.
Por su parte, Tzvetan Todorov en su ensayo La peur des barbares dice que, en nuestra época, las identidades colectivas se transforman cada vez más rápido y, con frecuencia, los grupos adoptan una actitud defensiva, reivindicando ferozmente su identidad de origen.
Cada individuo, añade, alberga diferentes identidades. Y las clasifica en tres grandes tipos: las identidades culturales, ya de por sí múltiples; la identidad cívica, o la pertenencia a un país; y la identidad como adhesión a un proyecto común, a un conjunto de valores con vocación universal.

 Tsarnaev llevaba tiempo distanciándose de su realidad estadounidense y refugiándose en sus raíces chechenas

He releído a estos dos autores tras saber que el atentado de Boston ha sido perpetrado por los hermanos Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev, de origen checheno y residentes en Estados Unidos desde hacía once años, y tras leer también el artículo que publicó en este mismo rotativo Fernando Reinares, titulado: ¿Integrados pero Yihadistas? (19/04/13). En él, el autor plantea una hipótesis que no me parece nada descabellada. Una hipótesis plausible, dice, es que el mayor de los hermanos sufriera una acusada crisis de identidad, tras 11 años en Estados Unidos, cuyo efecto habría sido la adopción de una visión radicalizada del credo islámico y la transformación de sus afinidades nacionalistas en valores yihadistas. El menor, añade, que lo admiraba profundamente, habría sucumbido a su influjo.
Al parecer, Tamerlan, el mayor llevaba un tiempo lamentándose de no entender a los americanos. Se autoexcluía pues cuando hablaba de ellos y se distanciaba de una pertenencia que también es la suya, ciudadano estadounidense, y presumiblemente se refugió en su supuesta identidad Chechena —reducida ésta a una identidad religiosa fanatizada— que le permitía odiar a este otro —a estos otros— a los que decía no entender.
En los dos ensayos citados anteriormente se dice que la condición para que la violencia emerja es la reducción de la identidad múltiple a la identidad única.
Hace ya algún tiempo, cuando empecé a interesarme por los conflictos de identidad que presentaban algunos de los hijos de los inmigrantes en la adolescencia, di con un ensayo, Les enfants entre deux cultures, recopilación de artículos de eminentes psicólogos y psiquiatras que disertaban sobre los conflictos psíquicos que presentaban algunos hijos de los magrebís, españoles, italianos y portugueses que emigraron en su momento a Suiza, Francia y Canadá. En uno de estos artículos, W. Bettschart distinguía dos mecanismos psíquicos, aparentemente antagónicos, que utilizaban, inconscientemente, algunos de estos niños y adolescentes para proteger una parte de su identidad. La Hiperadaptación, por una parte, consistía en un sometimiento total a las exigencias de asimilación del entorno y en la renuncia a una parte importante de su identidad. Y el Cierre en sí mismo (o la Afirmación de sí, de la que hablaban otros autores franceses) por la otra, como reacción de desconfianza hacia este entorno que ellos sentían como peligroso y amenazante. La manera que encontraban de proteger su coherencia interna era cerrándose a la intrusión de este mundo externo.

 Si las diferentes lealtades no coexisten, uno puede sentirse legitimado para ejercer la extrema violencia

 Cuando la persona se afianza en uno de estos extremos más allá de la adolescencia, el problema está servido. Las diferentes lealtades no coexisten y la elección siempre es problemática. La identidad única se impone y el odio al otro está servido 

Yo también me planteo, igual que hacía Fernando Reinares en su artículo, si el odio que ha llevado a los dos hermanos a perpetrar este atentado, a sentirse legitimados para ejercer la extrema violencia, tendrá que ver con este conflicto de lealtades. Con una profunda crisis de identidad.

En otro de sus libros, La idea de la justicia, Amartya Sen dice que el efecto de la demagogia sectaria puede ser superado tan sólo a través de la promoción de valores incluyentes que atraviesen las divisiones sociales. El reconocimiento de las múltiples identidades de cada persona, entre las cuales la identidad religiosa es una más, resulta crucial a este respecto. La función de la democracia en la prevención de la violencia comunitaria, añade, depende de la habilidad de los procesos políticos incluyentes e interactivos para meter en cintura el fanatismo venenoso del pensamiento cultural divisionista.
Confiar en la democracia, entonces, es la mejor opción para combatir este tipo de fanatismo separatista. No sucumbir al odio y no estereotipar, recordar siempre que las comunidades son diversas, igual que las culturas, me parece básico para no dejarse llevar por los instintos revanchistas. De justicia es reconocer que, esta vez, parece que así se está haciendo.

Saïd El Kadaoui Moussaoui es psicólogo y escritor.

 

dijous, 25 d’abril del 2013

RECOMIENDO "LA IDEA DE LA JUSTICIA" DE AMARTYA SEN


 CITAS:
"Me opongo a la plausibilidad de ver las emociones, la psicología o los instintos, como fuentes independientes de evaluación, sin el aporte del razonamiento. Pero los impulsos y las actitudes mentales conservan su importancia, y tenemos buenas razones para incluirlo en nuestra evaluación de la justicia y la injusticia en el mundo"

"La función de la democracia en la prevención de la violencia comunitaria depende de la habilidad de los procesos políticos incluyentes e interactivos para meter en cintura el fanatismo venenoso del pensamiento cultural divisionista"
Amartya Sen, Premio Nobel de Economía

'Puedo ser un académico pero también un agitador'

Considerado el humanista de la economía, el autor bengalí, premio Nobel en 1998 por sus trabajos sobre la defensa de la redistribución de la riqueza, aborda la teorïa de la justicia en su nuevo libro. "Para reducir la pobreza hace falta el Estado"

Sandro Pozzi, El País, 3 de abril de 2010 

 Hay quien le llama la Madre Teresa en el mundo de la economía. Amartya Sen (Bengalí, 3 de noviembre de 1933) es un Nobel original. No es de esos economistas a los que la Academia Sueca premia por complejas teorías o sofisticados modelos matemáticos para explicar lo que pasa en Wall Street. Es de los pocos laureados (1998) por su trabajo sobre la justicia social y la defensa de la redistribución de la riqueza, para hacer del mundo un lugar mejor para todos sus habitantes.
Sen ha orientado su trabajo a entender y combatir la pobreza, las desigualdades sociales. Rompió con la barrera que separa la alta teoría económica del mundo real. Y eso le convierte en uno de los académicos más respetados y reconocidos en el espectro intelectual. Fue su investigación sobre la economía del bienestar lo que le mereció el premio más reconocido del mundo. El año pasado fue investido doctor honoris causa por la Universidad Complutense.

La sociedad ideal, admite, no existe. Pero sí puede darse con soluciones para hacer frente a las injusticias. Es el hilo conductor de su último libro, en el que analiza siglos de pensamiento sobre La idea de la justicia. Ese es su título. Amartya, el humanista de la economía, recibió a Babelia en su despacho en la Universidad de Harvard, en Boston. La entrevista se queda corta ante una mente tan brillante y ágil, que no pierde el ritmo de la actualidad.
PREGUNTA. ¿Considera su libro como una síntesis de sus más de cinco décadas de trabajo?
RESPUESTA. No enteramente. Es cierto que contiene muchas de las cosas que he intentado hacer en el campo de la filosofía y de los asuntos públicos. Los quince trabajos que he hecho sobre la materia están utilizados de alguna manera, como también los que he realizado en economía y otras áreas. Pero algunas de las cosas que presento son nuevas, están escritas en los últimos cinco años. Las he ido evolucionando en mi mente y sólo cuando las tenía claras, y alcancé un equilibrio en mi pensamiento, me lancé.
Intenté poner varias cosas juntas: mi crítica al utilitarismo, mi rechazo a la visión estándar de la racionalidad, mi trabajo en capacidades y libertades, mi trabajo sobre la no búsqueda del estado de perfección como la mejor manera de afrontar problemas prácticos. Emergieron antes, pero encontré la forma de que encajaran.
Hasta cierto punto, no he tenido que revisar mucho mis puntos de vista. Pero sí hay algunos ajustes. Había ciertas influencias ahí detrás, inspiraciones, y hasta ahora no había reconocido lo sólidas y relevantes que eran para mi propio trabajo.
P. ¿Por qué una idea de justicia?
R. Independientemente de que se traduzca en una, dos o tres teorías, es importante desarrollarla por tres razones. La primera, en cualquier análisis social hay que plantearse la cuestión de la justicia para evaluar si una sociedad va bien o no, para entender lo que pasa en ella. Mi teoría de justicia se preocupa más por lo que pasa en el mundo real, no en cómo sería en un mundo perfectamente justo.
Segundo, para poder asesorar a los Gobiernos en materia de políticas públicas. Y también desde el punto de vista de la agitación política. Puedo ser un académico, pero también soy un agitador. Ya cuando era estudiante, participé en protestas por los sueldos de los profesores. Y recientemente, con mis discursos y participación en campañas sobre el derecho a la comida.
Y tercero, el comportamiento humano es muy dependiente de la percepción que se tiene de la justicia a la hora de entender lo que se debe hacer. Es algo sobre lo que he insistido durante mucho tiempo y no se tiene siempre en cuenta. Es una parte importante para entender y explicar determinados comportamientos, y también para predecirlos.
P. Hay quien pueda interpretarlo como una ruptura con la tradición seguida en Occidente al analizar lo justo.
R. Es cierto que no pretendo que la teoría de la justicia sea sólo sobre instituciones justas. Las instituciones son también muy realistas. Mi visión no es antiinstitucional. Pero al final, todo es sobre cómo va la vida de la gente. Las instituciones afectan a nuestras vidas, claro, pero también nuestro comportamiento y cómo nos vemos los unos a los otros.
P. ¿No le da la impresión de que los líderes están más preocupados por dar con un modelo de sociedad justa?
R. Lo están. Y por eso, están haciendo algo que es muy importante incluso si la justicia no depende exclusivamente de las instituciones. Las instituciones deben reformarse de una manera apropiada. Sin embargo, puede darse el caso de que se tengan muy buenas instituciones y que no funcionen lo bien que se espera.
P. ¿Piensa en Naciones Unidas?
R. Creo que es más criticada de lo que se merece, especialmente en Estados Unidos. Pero claramente puede ser más efectiva, sin duda. Creo que como institución no ha desarrollado todo su potencial.
P. La justicia se relaciona con figuras como Indira Gandhi o Martin Luther King. ¿Buscaban la perfecta o la reparable?
R. Es una cuestión muy profunda. Creo que trataban de centrarse en reducir la injusticia existente. Luther King no trataba de hacer América perfectamente justa con los cambios por los que luchaba. Ni siquiera creo que Abraham Lincoln pensara que aboliendo la esclavitud haría una América perfectamente justa. Pero sí pensaban los dos que reducirían la injusticia de una manera que la gente podía entender y ver por qué se hacía. Gandhi, quizás, sí utilizara en su retórica la visión perfecta de la justicia. Pero incluso en su caso, su razonamiento era sobre cambios posibles.
P. ¿No cree que ahora hay demasiada retórica vacía, aunque esté bien intencionada?
R. Si se quiere movilizar a la gente, la visión de la sociedad perfecta es importante. Libertad, igualdad y fraternidad. Es un buen eslogan de la Revolución Francesa, muy efectivo. La retórica es importante y hay que hacerla bien. Pero también hay que decir que cualquier cosa puede convertirse en víctima de la retórica. Eso es algo que debe tomarse muy en serio, porque los resultados pueden ser contraproducentes y apartarnos de lo que realmente tratamos de hacer. La retórica del mundo perfecto puede convertirse en una barrera al progreso, volver contra el cambio.
P. Hablando de eslóganes, ¿existe la guerra justa?
R. No me gusta nada ese término. Haciendo esa pregunta, acabamos debatiendo algo sin sentido. Ninguna guerra es justa, ni se puede justificar. Podemos preguntarnos si, dadas las circunstancias, la alternativa puede ser peor que no pasar a la acción. En Afganistán están sucediendo muchas injusticias. Se está haciendo a costa de civiles inocentes. Pero la alternativa no es menos injusta: niños sin educación, una esperanza de vida de 30 años, enfermedades y una enorme miseria. Se podría decir que es la opción menos injusta a no hacer nada. Lo mismo podría decirse de la Segunda Guerra Mundial. El hecho de que una guerra se justifique no significa que sea justa.
P. Le da gran importancia al discurso público, como elemento central de la idea de justicia.
R. Lo es. El diagnóstico de lo que es injusto, de cómo debe reducirse la injusticia, depende del razonamiento público. Es necesario para comunicarnos entre nosotros, para aprender los unos de los otros y para clarificar nuestras mentes. Para mí es muy difícil escribir un libro si antes no he debatido mis ideas con los estudiantes. En parte, porque recibo muy buenos comentarios y porque al intentar explicarles las ideas, éstas se hacen más transparentes. La articulación clarifica e ilumina.
P. El debate es esencial para una sociedad libre. ¿Pero esa libertad conlleva responsabilidades?
R. Nadie asume responsabilidad de sus discursos. El caso de la reforma sanitaria en Estados Unidos es un ejemplo. Se han dicho verdaderas mentiras desde el ala más conservadora. Pero los que debían responder a ellas, los demócratas, también fallaron al explicar. Es por eso por lo que creo que el debate público debe hacer a la gente responsable, al exponer las mentiras. Hay algo en el sistema institucional de Estados Unidos que incentiva a adoptar posiciones extremas y a distorsionar la verdad.
P. Hay gran confusión sobre la naturaleza y funcionamiento del capitalismo. ¿Qué tipo de intervención es necesaria?
R. Hubo un tiempo en el que la gente estaba realmente convencida de que cualquier intervención en el mercado era un error. Se dice que el capitalismo tuvo su periodo más exitoso tras la Segunda Guerra Mundial. No es del todo correcto. Cuando la contienda acabó, en los años cincuenta, sesenta y setenta, no sólo la economía de mercado ganó vigor, también el Estado de bienestar. Después la retórica dominante fue que el mercado era un diablo. Lo que se necesita es una complementariedad entre el Estado y el mercado, es decir, se acepta que debe existir una regulación decente y que el Estado debe jugar un papel suplementario en educación, sanidad y a la hora de proveer una red de protección social.
P. ¿No cree simplista justificar la crisis por el egoísmo?
R. Unas veces se dice que la economía de mercado es muy buena, y luego que es terrible. Lo mismo pasa con el concepto de interés propio. Hubo gente en los años setenta, ochenta y noventa que citó una y otra vez diez líneas de Adam Smith para justificar que contribuiría a crear un mundo decente y magnífico. Al final ha resultado ser que no. Pero Smith también dijo que para reducir la pobreza hace falta del Estado. Pienso lo mismo.
P. Es decir, ¿se exageró el concepto de mano invisible de Smith?
R. Puede parecer sorprendente que diga esto (dice entre risas), pero nadie ha sido peor entendido que Adam Smith.
P. El exceso de confianza también está detrás de la crisis.
R. Cierto. El exceso de confianza y, añadiría, que el hecho de no ser lo suficientemente crítico pueden generar una crisis. Se necesita una confianza razonable para que pueda funcionar el mercado. Porque cuando esta se pierde, se derrumba. No se trata de tener confianza en nosotros, si no entre nosotros. La confianza mutua es clave.
P. ¿Cree que el Nobel de Economía está alejado de la realidad, de problemas como la desigualdad o la pobreza?
R. Siempre habrá gente que comparta la elección, y otros que no. Es un reconocimiento al trabajo hecho durante la vida.
Leer entrevista en El País

 OTROS LIBROS QUE RECOMIENDO:
Crítica de la razón árabe de Abed Al Yabri
Mi oído en su corazón de H. Kureishi
 Amor a la carta, de Xavier Rius
LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO, DE VARGAS LLOSA
"X" DE PERCIVAL EVERETT
EL MAL ÁRABE, DE MONCEF MARZOUKI     

Salman Rushdie, Memorias    

Demonios íntimos, de Xavier Rubert de Ventós
Hacia una democracia laica, voces de mujeres musulmanas
Ara i aquí, P. Auster i J.M. Coetzee

dimecres, 17 d’abril del 2013

ACTE ST JORDI, EL DIA 25, DE L'ASSOCIACIÓ CAT. DE PSICOTERÀPIA PSICOANALÍTICA. Llegiré fragments de Hanif Kureishi

El 25 d'abril l'Associació Catalana de Psicoteràpia Psicoanàlitica (ACPP) celebra la diada del llibre de Sant Jordi amb diferents lectures. Jo llegiré fragments d'un dels meus referents, Hanif Kureishi, del seu llibre "Mi oído en su corazón". Lluïsa Etxebarría llegirà poemes, i hi haurà una exposició de pintures de la Raquel Vidal.
Plaça Bonanova, 11, entresòl. A les 21 hores.

dimarts, 16 d’abril del 2013

RECOMIENDO: CRÍTICA DE LA RAZÓN ÁRABE, DE ABED AL-YABRI


Cita: "La tradición tal como la vivieron nuestros antepasados y tal como se conservó en los libros no puede responder a nuestras preocupaciones presentes. Sólo podemos dialogar, queramos on no, con los elementos que perviven de nuestra tradición. Nos referimos a lo que todavía es apto para responder a nuestras preocupaciones actuales, a lo que es susceptible de desarrollarse y enriquecerse de tal modo que pueda acompañarnos en el porvenir... Eso es, para nosotros, la autenticidad"




La posibilidad de una Ilustración árabe

 Celia Amoros, El País, 22 de mayo de 2010 (leer en El País)

 El pensador marroquí Mohamed Abed Yabri establece las bases para la construcción de una modernidad genuinamente árabe

Sophie Bessis, autora de Occidente y los Otros. Historia de una supremacía, afirma que los intelectuales críticos de los países musulmanes "tienen grandes dificultades para hacerse oír". Razón de más para que les hagamos de caja de resonancia. Y especialmente cuando nos han dejado, como Mohamed Abed Yabri, fallecido en Rabat a los setenta y cinco años el día 3 de mayo. Escribió varios libros importantes, de los que están traducidos al castellano parte de su Crítica de la razón árabe y El legado filosófico árabe. Crítico con el pensamiento analógico (pensar sistemáticamente el futuro en función del pasado) característico de los fundamentalistas, nuestro filósofo propone desecharlo si es que queremos conectar con "la modernidad planetaria". Pero entiende, contra la corriente del llamado "liberalismo árabe", que esa conexión no es posible prescindiendo en bloque del propio legado tradicional cual viajeros sin equipajes. Debemos partir "del espíritu crítico producido por nuestra propia cultura árabe" en cualquiera de los tramos en que éste se produzca: no hay que remontarse al pasado primordial. Y lo identifica en el fenómeno del averroísmo en Al Andalus. Lleva a cabo de este modo una "invención de la tradición", como lo diría Hobsbawm, orientada por los intereses de nuestro presente. Pues la separación metódica y consciente que Averroes, el Comentador de Aristóteles en la Córdoba del siglo XII, lleva a cabo entre la religión y la filosofía nos da la clave para plantearnos en el presente la cuestión del laicismo. Entiende Averroes que el ámbito de la filosofía tiene su propia racionalidad inmanente que consiste en la aplicación sistemática del principio de causalidad, en la estela de Aristóteles. Por su parte, en la esfera religiosa hay que remitirse para su inteligibilidad "a la intención del legislador" que no es sino la de "incitar a la virtud". La instancia religiosa, pues, deja de operar como referente totalitario de sentido. Se produce de este modo "el desencantamiento del mundo" en el que consiste la modernidad de acuerdo con el diagnóstico de Max Weber: la separación de distintas racionalidades inmanentes a los diferentes ámbitos que se han emancipado del referente común que los articulaba. Tenemos así, en la propia experiencia histórica árabe, lo que podríamos llamar la plantilla para construir una modernidad genuinamente árabe, para fundamentar, como lo expresaba Mohamed Abed Yabri, "nuestra modernidad en nuestra autenticidad y nuestra autenticidad en nuestra modernidad".

Celia Amoros. Publicado en El País


 OTROS LIBROS QUE RECOMIENDO:
Mi oído en su corazón de H. Kureishi
 Amor a la carta, de Xavier Rius
LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO, DE VARGAS LLOSA
"X" DE PERCIVAL EVERETT
EL MAL ÁRABE, DE MONCEF MARZOUKI     

Salman Rushdie, Memorias    

Demonios íntimos, de Xavier Rubert de Ventós
Hacia una democracia laica, voces de mujeres musulmanas
Ara i aquí, P. Auster i J.M. Coetzee

diumenge, 7 d’abril del 2013

LA POLÍTICA DE LA NEGACIÓN, de Jesús Ferrero en El País

Jesús Ferrero, 6 de abril de 2013

El poder no reprime el sexo y el placer, sino que es el gran incitador y frente a él los asexuales y los anoréxicos representan un movimiento místico que retrotrae a la remota edad de los anacoretas

 

Todavía a finales de los años setenta del siglo pasado los maestros de la escuela de París permanecían cerrilmente empeñados en enjuiciar el poder como una fuente de represión del sexo y el placer y no como una fuente de incitación al sexo y a todos los placeres, perversos o no. Yo abandoné la escuela de París por eso: no estaba de acuerdo en esa visión del poder. Como estudiante de historia y antropología, tenía claro que habían existido formas de poder que en lugar de reprimir los placeres, sexuales o no, incitaban a ellos, y me parecía que en el Occidente moderno estaba ocurriendo lo mismo. Cuando Foucault cambió de enfoque y empezó a aceptar que el poder lejos de prohibir el desahogo pulsional lo estimulaba, para mí ya era demasiado tarde y me había olvidado de la universidad y de sus claustros, que por no protegerte ni siquiera te protegían del asesinato, como había demostrado el desdichado Althusser y su aún más desdichada víctima: su mujer.
Bien es cierto que todavía muchos ingenuos siguen viendo el poder como el eterno represor del sexo y los demás placeres, quizá porque no piensan en el poder romano.
Para ver hasta qué punto el poder en Roma incitó a toda clase de placeres, mórbidos o no, basta con recordar las fiestas de inauguración del Coliseo, con miles y miles de animales sacrificados, cientos de ejecuciones, cientos de representaciones más o menos mitológicas con escenas de bestialismo y zoofilia… Fue la gran bacanal del sexo, la muerte y la sangre, en la que pudieron solazarse los trescientos mil parados que en aquel momento tenía Roma.
Desde los años setenta (en realidad ya antes, si bien no de forma tan insistente) el poder en Occidente ha asumido el papel que tenía en Roma: el de gran incitador, y en modo alguno el de gran represor. Uno de los asuntos más insoportables de la posmodernidad es que todavía existen predicadores que pretenden liberarnos de problemas de los que quizá siempre hemos estados liberados. A este respecto recuerdo lo que me decía mi madre, una mujer de posguerra que se casó embarazada. “¿De modo que piensas que ahora folláis más que antes?”, me preguntaba, y añadía: “¡Que ingenuidad! La humanidad siempre se las ha arreglado para cumplir con su deber fundamental”. Mi madre cree que siempre se ha follado más o menos igual, es una certeza que nunca la ha abandonado, y esa sabiduría tan desmitificadora ha sido muy importante en mi vida, y todos mis acercamientos a la historia y a la antropología han estado presididos por esa verdad heredada de la mujer que me trajo al mundo, y que me ha librado de muchos espejismos acerca de la sexualidad.
 Vivimos sumergidos en un universo lleno de mensajes incitadores sobre el comer y el follar

El poder como incitador y no como represor desarma a los que aún se llenan la boca con conceptos como represión, liberación, derrocamiento de tabúes y necedades por el estilo. Todavía no hace mucho anunciaban en un telediario una obra de teatro en la que, según decía la presentadora, “se ensalzaba un sexo sin tabúes”. Se refería al sexo anal. Vaya memez, ¡como si ahora estuviera prohibida la sodomía y fuese necesario educar a ese respecto al personal!
Vivimos sumergidos en un universo lleno de mensajes incitadores sobre el comer y el follar, el follar y el comer. ¿Cuántos programas gastronómicos hay en la televisión? ¿Y cuántos que tocan de una u otra manera el sexo, sin contar que a partir de una determinada hora todos los canales se vuelven pornográficos, incluidos algunos de inspiración católica?
Ocurre sin embargo que cuando los sistemas se empecinan en repetir siempre los mismos mensajes incitadores, generan asfixia en el cuerpo social, y empiezan a surgir rebeliones y místicas de la negatividad. Los anacoretas del siglo III después de Jesucristo huían al desierto porque rechazaban políticamente la disipación tan publicitada por el sistema romano. Era una opción mística, pero a su manera era también una opción política que consistía en abandonar la polis y todas las incitaciones del poder. San Agustín, que fue de joven amante de los espectáculos circenses y sangrientos, sabía algo de eso.
Creo que es desde ese ángulo desde donde debemos ver el movimiento de los anoréxicos, por un lado, y por otro el movimiento de los nuevos apáticos y negadores del sexo, que se está extendiendo en Japón de forma inquietante pero en modo alguno sorprendente.
En un mundo gobernado por la gula y el placer de comer y defecar, como si fuésemos un tubo más que un organismo, el anoréxico se sitúa como el místico de la privación más radical que cabe imaginar, una privación que ya fue adoptada por los anacoretas del pasado. Ellos eran también claramente negadores de la gula y sentían las mismas sensaciones que los místicos de la privación de ahora: los anoréxicos.

Más allá de que pretendan imitar a las modelos, como creen los habituados al simplismo, los anoréxicos son místicos que rechazan comer, algo tan fundamental como respirar, enfrentándose crudamente a sus padres, que les dieron la vida y los alimentaron. Pero en realidad no hacen nada que no hicieran anacoretas como san Antonio, el de las visiones, el alucinado. Y los místicos de ahora que se privan de comer ya saben también que no alimentarse es exponerse a toda suerte de alucinaciones, algunas muy pavorosas y de una intensidad muy superior a las propiciadas por las drogas.
¿Es la respuesta a tanto exceso gastronómico, a tanto gordo, a tanta grasa, a tanta publicidad, a tanta incitación sistemática? ¿Es también buscar la muerte? Seguramente sí, pero todo nuestro sistema está impregnado de muerte y desesperación.
 Una mística reciente de la privación es la de los negadores del sexo, que en Japón es ya casi una epidemia

Otra mística de la privación, más reciente, es la de los negadores del sexo. Puede que el 5% de la población mundial sea asexuada, como decía en un excelente artículo Rita Abundancia, pero es que en Japón, curiosamente el país más pornográfico y pederasta de la tierra, la asexualidad se está propagando como una epidemia, sobre todo entre los adolescentes. Ocurre además que en muchos casos el desdén por el sexo se conjuga con el desdén por la comida (en un país como Japón con una gastronomía tan cultivada), y se limitan a alimentarse de cereales con leche. Resulta muy sintomática esta tendencia, surgida en el seno de la cultura más cibernética del mundo, en la que todos los individuos viven enganchados a los hilos del sistema, como elementos de una misma máquina bien engrasada y digitalizada, y donde las rebeliones han brillado por su ausencia.
Son nuevos movimientos de anacoretas, que surgen de nuestras sociedades como surgieron en los primeros siglos del cristianismo y por razones muy parecidas. Son nuevas disciplinas de la privación en el interior de sistemas que nos incitan a no privarnos de nada. Toda una mística y toda una política tan explícitas como reales, lo queramos aceptar o no. La humanidad se las arregla para cumplir con sus deberes gastronómicos y sexuales, cierto, pero también para oponerse a ellos cuando se cansa y cuando quiere plantar cara a las órdenes sistemáticas por hartazgo, por asco, por fatiga y desidia. Viendo lo que está pasando uno entiende mejor el mensaje de Sartre: “Estamos condenados a ser libres”, y cuando nos obligan a comer y a follar por sistema, de pronto decidimos no hacerlo, en parte porque no conocemos un infierno más tétrico que la sensación de esclavitud. Los caminos de la rebelión son tan inextricables como los del Innombrable, dirían los dos hombres que esperaban a Godot.
Jamás caeré en la asexualidad y en la anorexia, ni aconsejo caer en ellas, pero entiendo por qué en nuestro tiempo surgen movimientos que nos retrotraen a la remota edad de los anacoretas.
Jesús Ferrero es escritor.

divendres, 5 d’abril del 2013

DIVAN. LES COMPLEXES DES MAROCAINS, Telquel

A l’occasion de la publication de son dernier ouvrage, Un psy dans la cité, le psychanalyste Jalil Bennani décortique, pour TelQuel, les états d’âme de nos concitoyens.
  • 25 Mar 2013
  • Par : Propos recueillis par Ayla Mrabet
Le spectre de la tradition 
“Les traditions appartiennent d’abord à l’histoire individuelle et collective. Aujourd’hui, elles ne sont plus ce qu’elles étaient. A la pointe de leur remise en question, il y a les jeunes. Ils appartiennent à la nouvelle génération, qui ne se reconnaît plus dans les valeurs qu’on voudrait continuer à perpétuer. C’est que les traditions peuvent véhiculer un certain nombre de normes, d’interdits et de tabous. La restriction à la liberté de parole, avec le concept de ‘hchouma’ qui en fait partie, consiste à ne pas dire ce qu’on pense devant quelqu’un faisant figure d’autorité, en signe de respect. La valeur positive de la “hchouma”  est devenue négative. Aujourd’hui, c’est celui qui n’est pas dans la “hchouma”, qui a osé s’exprimer, qui est porté aux nues, parce que capable d’exprimer ses désirs et ses attentes”.
“On a souvent parlé de schizophrénie du Marocain. Je préfère parler de pluralité identitaire. Pourquoi vouloir séparer les traditions et la modernité, lorsqu’on pourrait simplement prendre en compte les éléments de la tradition qui doivent changer ? La tradition peut se réinventer et s’inscrire dans l’actualité et les valeurs universelles. Nos spécificités culturelles n’empêchent pas notre intégration au monde moderne. Au lieu de voir cette pluralité des identités comme un déchirement, on peut la considérer comme une richesse. Les mutations sociales ne peuvent se produire dans la crispation. Le “mal d’identité”, lui, peut être défini comme une sorte de nostalgie. En perte de repères, se rattacher à un souvenir d’identité peut représenter une sécurité. Mais l’identité n’est pas figée. Elle est mouvante et fluctue au gré des époques. S’y accrocher de façon déterminée ne peut être que signe d’enfermement”.

Ces obscurs objets du désir
“Notre psychisme est bisexué. Dans l’inconscient de chacun réside une part masculine et une part féminine. Cette bisexualité nous renvoie au fait que l’identité sexuelle n’est pas uniquement déterminée par notre anatomie. C’est le désir qui structure notre identité sexuelle. Nos désirs font partie de notre structure humaine et façonnent nos pratiques sexuelles. Les réprimer ne les supprime pas. Reconnaître, pour un homme, sa part féminine, ne renvoie pas automatiquement à une forme d’homosexualité. Mais une grande affirmation de sa virilité, à l’encontre des femmes généralement, est souvent la traduction d’une peur de cette féminité refoulée”.
“Les désirs appartiennent à des époques, des cultures et des sociétés. Certaines d’entre elles ont libéré le rapport sexuel là où d’autres l’ont réprimé. Dans l’islam même, il y a le courant des jouissances et celui des interdits. C’est ce dernier qui domine, à notre époque. Mais rien n’est figé. Ainsi, à l’intérieur même d’une spécialité comme la psychiatrie, ce sont parfois les pressions sociales qui abolissent certaines classifications et catégories dites scientifiques. Par exemple, l’homosexualité, qui était rangée dans les perversions aux Etats-Unis, y est désormais considérée comme une forme de sexualité”. 
“Les frustrations existent chez tout être humain. Le désir est concomitant aux notions d’interdit et de manque. On cherche toujours les objets de ses premières amours, à travers une ressemblance, un trait ou une consonance. Mais des frustrations trop importantes peuvent engendrer des troubles, des névroses et des perversions. Empruntant des déviations du désir, le pervers peut prendre une personne comme objet du désir, dont il se sert, et non comme un sujet, un partenaire”.

Ma langue, mon drame
“La darija est la langue première dans laquelle l’enfant grandit, celle dans laquelle il structure ses premières phrases. Le débat autour de l’usage de la darija et de l’arabe classique représente une situation de diglossie, à savoir la présence de deux variantes à l’intérieur de la même langue. Même si elle n’est pas reconnue officiellement, la darija est inévitable. On la retrouve dans nos échanges quotidiens, dans la publicité, sur les réseaux sociaux, et même sur le divan. Souvent, utiliser une langue de maîtrise, telle que le français, permet de mettre de la distance par rapport à la langue des affects. Le jeu entre plusieurs langues n’est pas un handicap, mais une source de richesses”.
“La question de la langue écrite soulève fatalement la question du pouvoir. On voudrait faire passer la langue vernaculaire pour une sous-langue, et l’opposer à celle que l’on écrit, qui serait noble, parce qu’étant la langue du Coran. Mais la langue, comme l’identité, est liée à la parole. La sacralisation de l’arabe est un débat qui a été créé pour paralyser la langue. Pourtant on ne se prive pas d’introduire dans l’arabe classique des mots techniques venus d’autres langues”.

Hogra, de père en fils
“La hogra est une humiliation associée à la peur, à la censure. Pendant des générations, le fait d’avoir accepté des situations de soumission et de servitude a contribué à leur perpétuation inconsciente. Pour le psychanalyste, cette notion de transmission inconsciente est fondamentale. Nous pouvons transmettre une humiliation, une peur ou une censure à notre insu. Souvent, il n’y a pas de différence entre la censure et l’autocensure, puisque la première a imprégné, des générations durant, les facteurs pédagogiques et psychologiques qui fabriquent la seconde”.
“Cette transmission inconsciente peut expliquer que certains jeunes soient plus répressifs, traditionalistes et conservateurs que leurs parents. Quelque chose dans l’inconscient parental s’est transmis inconsciemment par le processus d’identification à travers les générations. Ce qui a été refoulé chez les parents devient alors exacerbé chez la progéniture. Cette transmission, par le vecteur du langage, est le fait d’individus qui sont eux-mêmes pris dans le collectif, et donc dans la société”.

Garder la foi
“Le champ religieux est caractéristique de la contradiction entre la réalité et l’éducation. Lorsque l’on donne un enseignement religieux dogmatique, qui ne prend pas en compte les différences sociétales d’époque et occulte les différentes interprétations, il est impossible, même avec toute la bonne volonté du monde, d’appliquer les préceptes enseignés dans la réalité. C’est là tout le problème de l’éducation religieuse enseignée au msid et à l’école. Est-ce que l’établissement scolaire joue son rôle en termes de compréhension, de critique et d’intelligence ? Je ne le pense pas. Les aspirations des gens, ce qu’ils vivent et pensent, se retrouvent en décalage total avec ce qu’on leur a inculqué”.
“La sacralité ne fait pas partie de la pensée rationnelle. Elle est, dans les religions monothéistes, la croyance en l’au-delà, le fait pour l’être humain d’aspirer à l’éternité, dépassant l’énigme irrésolue de la mort. Toujours est-il que la science n’évacue pas la spiritualité. Dans l’islam maghrébin, le champ religieux est imprégné de maraboutisme et de magie. Ces rites-là ne sont pas à situer dans une contradiction avec le passage vers le thérapeute scientifique. C’est une coupure, et non une opposition. Au lieu de rapporter ses souffrances à des causes sacrées et cosmiques, on interroge ce qui vient de soi, de l’individu. Une personne peut à la fois mettre sa spiritualité dans la consultation d’un marabout et attendre les résultats des progrès de la science”.

Parution. Un psy dans la ville
Après Le corps suspect, La psychanalyse au pays des saints, Le temps des ados ou encore Traces et paroles avec le regretté Mohamed Kacimi, Jalil Bennani revient avec Un psy dans la cité. Publié aux éditions La Croisée des Chemins, l’ouvrage est une série d’entretiens accordés par le psychiatre au poète et enseignant-inspecteur Ahmed El Amraoui. Destiné à répondre “à une demande, une attente”, l’ouvrage s’attelle à décloisonner les disciplines, en donnant à certaines problématiques sociétales soulevées par l’actualité un éclairage psychanalytique. Parole et bilinguisme, religions et spiritualités, enseignement et éducation, liens et ruptures familiaux, crises et défis de la jeunesse… autant de thèmes abordés par le psychanalyste de manière exhaustive, intéressante et accessible

diumenge, 31 de març del 2013

RUSHDIE, LA IDENTIDAD Y LA LIBERTAD, publico este artículo en El Periódico

EL DEBATE SOBRE EL ISLAM
Saïd El Kadaoui
El Periódico, 31 de marzo de 2013
           


El libro Joseph Anton , de Salman Rushdie, estáescrito por alguien que ha reflexionado mucho sobre la identidad de los europeos venidos de otros lugares, sobre el islam, la libertad y el fanatismo (sufrido en propia carne tras la fatua del ayatolá Jomeini ). Y está lleno de ideas.
     --Cualquier emigrante, por muy afortunada que haya sido su migración, no se libra, según Rushdie , de un problema central: el de la autenticidad. La identidad del emigrado, dice, inevitablemente se convierte en algo heterogéneo. La identidad se compone tanto de los orígenes como del viaje. // Esta es una idea central si no queremos enjaular a las personas en la pertenencia a un origen lejano. La identidad de las personas se va nutriendo de la experiencia vital. Dejemos, pues, de señalar a la gente como inmigrante sempiterna. Y a su vez, los directamente afectados por esta experiencia de migración deben de entender que lo más sensato es ensanchar la identidad y no reducirla, amputarla o encerrarse en un origen que, con frecuencia, parece más mitológico que real.

    --El relativismo cultural es la muerte del pensamiento crítico, es dar apoyo al derecho de los sacerdotes tiránicos a tiranizar, de los padres despóticos a mutilar a sus hijos, de los fanáticos a odiar a los homosexuales y los judíos, porque hacerlo forma parte de su cultura . El fanatismo, los prejuicios y la violencia o la amenaza de violencia no son valores humanos. // Zafémonos, pues, tanto de los puritanos de un bando, que tratan de imponer su ideología adueñándose de toda la cultura y la religión de tantísima gente, como de los orientalistas del otro que, igual que antaño hacían algunos ingleses con el sur de Europa y lo que llamaban latinidad, sostienen que los musulmanes están genéticamente incapacitados para la democracia. «La necesidad de libertad –dice Rushdie– , como la inevitabilidad de la muerte, es universal. Puede que no sea preexistente, siendo como es consecuencia de nuestra humanidad esencial, pero no es negociable». 
  --Si se quiere derrotar al terrorismo, el mundo islámico debe subirse al tren de los principios seculares en los que se basa el mundo moderno. Los jóvenes de Túnez, Egipto, Libia, Siria y todas partes intentan transformar sus sociedades con arreglo precisamente a esos principios. Desean empleo y libertad, no religión. // Yo diría que lo que estamos viendo hoy en esos países confirma en parte la afirmación de  Rushdie . En todo caso, lo que demuestra, entre otrascosas, es que el conflicto, la tensión entre Estado laico y moderno y teocracia existe. Y no se trata de que unos estén occidentalizados y los otros, auténticos, no. No incurramos en el error. Se trata de que el mundo árabo-musulmán (y amazig) no es una entidad homogénea, como no lo es ninguna sociedad.
 Termino con otra constatación del autor: en estos tiempos se arrastra a los hombres y las mujeres hacia una definición cada vez más estrecha de sí mismos, y cuanto más estrecha es la identidad mayor es la probabilidad de conflicto. Joseph Anton, desde luego, es una contribución encomiable al ensanchamiento de las identidades y, por consiguiente, de la libertad.
 Psicólogo y escritor 




 AQUÍ TENEIS EL ARTÍCULO AMPLIADO:
 Saïd El Kadaoui Moussaoui. Psicólogo y escritor.
En este artículo me propongo hablarles de un libro, Joseph Anton, de Salman Rushdie mordiéndome la lengua, conteniendo mis dedos más bien, para no sucumbir a la tentación de hacer una crítica literaria, que, sin duda, sería muy elogiosa.
Lo que me propongo hacer aquí es señalar que este libro está escrito por alguien que ha reflexionado mucho sobre la identidad de los europeos venidos de otros lugares, sobre el Islam, la libertad y el fanatismo (sufrido en propia carne tras la fetua del Ayatollah Homeini).
Algunas de las muchas ideas que he subrayado en el libro y que me parecen muy relevantes, ilustrativas y que enmarcan muy bien el núcleo de la cuestión del que aquí pretendo hablar, son las siguientes:
*Al sumergirse en la vida inglesa, dice Rushdie, le dejaron claro lo que él denomina pecado de extranjería. Hasta ese momento, añade, nunca se había sentido un Otro respecto a nadie. Y la lección que extrajo de ello es tan contundente como pragmática. Había gente a la que nunca le caería bien, gente para la cual él era tan de otro mundo como los hombrecillos verdes de las películas. ¡Y no tenía sentido intentar hacerles cambiar de idea!
¡Chapeau! Bien pensado esto es así no solamente para los inmigrantes. Siempre habrá gente que no entenderá nuestra forma de ser, de pensar, gente para la cual siempre seremos unos extraños. Mirar hacia otra parte, a veces, ayuda a no empantanarse en el victimismo. Hay gente que sí nos entiende. Punto.
*Cualquier emigrante, por muy afortunada que haya sido su migración, no se libra, según él, de un problema central: el de la autenticidad. La identidad del emigrado, dice, inevitablemente se convierte en algo heterogéneo. La identidad se compone tanto de los orígenes como del viaje.
Esta es una idea central si no queremos enjaular a las personas en la pertenencia a un origen lejano. La identidad de las personas se va nutriendo de la experiencia vital. Dejemos pues de señalar a la gente como inmigrante sempiterna. Y a su vez, los directamente afectados por esta experiencia de migración, deben de entender que lo más sensato es ensanchar la identidad y no reducirla, amputarla o encerrarse en este origen que, con frecuencia, parece más mitológico que real.
*El relativismo cultural es la muerte del pensamiento crítico, es dar apoyo al derecho de los sacerdotes tiránicos a tiranizar, de los padres despóticos a mutilar a sus hijos, de los fanáticos a odiar a los homosexuales y los judíos, porque hacerlo forma parte de su “cultura”. El fanatismo, los prejuicios y la violencia o la amenaza de violencia no son “valores humanos”.
Zafémonos pues tanto de los puritanos de un bando, que tratan de imponer su ideología, adueñándose de toda la cultura y la religión de tantísima gente, como de los orientalistas del otro que, igual que antaño hacían algunos ingleses con el sud de Europa y con lo que ellos denominaban la latinidad, sostienen que los musulmanes están genéticamente
incapacitados para la democracia. “La necesidad de libertad, dice Rushdie, como la inevitabilidad de la muerte, es universal. Puede que no sea preexistente, siendo como es consecuencia de nuestra humanidad esencial, pero no es negociable”.
Vierte una crítica, a mi parecer, justa contra la posición dubitativa, iatrogénica, si utilizamos el argot médico, pasiva y naíf de una parte de la izquierda política inglesa – extensible a mi juicio a la izquierda europea- que se resumiría muy bien en una esta afirmación suya: “el mayor peligro de la creciente amenaza era que los buenos hombres cometían el suicidio intelectual y lo llamaban paz. Los buenos hombres se rendían al miedo y lo llamaban respeto”. Nada de agachar la cabeza pues delante de los fanáticos. Otra cosa es a mi juicio lo que hace una parte de la derecha, la más recalcitrante, que, utilizando el argot freudiano, por una cuestión de narcisismo de las pequeñas diferencias, ve el fanatismo del Otro (en este caso el musulmán) mientras niega el propio o lo minimiza.
*Si se quiere derrotar al terrorismo el mundo islámico debe subirse al tren de los principios seculares en los que se basa el mundo moderno. Los jóvenes del mundo árabe, en Túnez, Egipto, Libia, siria, y en todas partes, intentan transformar sus sociedades con arreglo precisamente a esos principios. Desean empleo y libertad, no religión.
Yo diría que lo que estamos viendo hoy en Túnez, Egipto, Libia y Siria, por citar los ejemplos más candentes, confirma en parte la afirmación de Salman Rushdie. En todo caso lo que demuestra, entre otras cosas, es que el conflicto, la tensión entre estado laico y moderno y teocracia existe. Y no se trata de que unos sean occidentalizados y los otros auténticos, no. No incurramos en el error. Se trata de que el mundo árabo-muslulmán (y amazig) no es una entidad homogénea como no lo es ninguna sociedad.
Termino el artículo con una otra constatación del autor: en estos tiempos se arrastra a los hombres y las mujeres hacia una definición cada vez más estrecha de sí mismos y cuanto más estrechas la identidades, mayor la probabilidad de conflicto.
Su libro, desde luego, es una contribución encomiable a favor del ensanchamiento de las identidades y, por consiguiente, de la libertad.